El reloj marcó las 2:10 de la madrugada.
Cortos sonidos húmedos y pequeños jadeos comenzaron a ser audibles en la sala de estar de aquel departamento. Las manos del hombre castaño y de cabello largo acariciaron la mandíbula del pelinegro que, aún algo pasmado, apenas si devolvía el beso del que era víctima inofensiva. Taehyung mantenía sus ojos cerrados, sus labios sabían a cerveza. Su cuerpo, frío y tembloroso, manchado de madrugada indolente, pedía a gritos discretos y espasmos que las manos del hombre que besaba le recorrieran por todas partes. Que lo abrazara, que lo presionara fuerte contra él y no lo dejara escapar nunca.
La razón lloraba desconsolada al contemplarlos. Maldita sea. ¿cómo era que él había llegado a esto?
El detonante había surgido cuando Ha Neul le había hecho hablar sobre Jungkook. Jeon Jungkook. El imbécil que detestaba. Su mente había comenzado a divagar demasiado, sus sentidos se habían atrofiado con el alcohol, y su cordura se había drenado como si intentara retener agua con las manos. En definitiva, el alcohol no se llevaba con la toma de decisiones. En definitiva, el alcohol no se llevaba con las convicciones de su pesimismo.
Porque ahora se encontraba allí, llevado por únicamente por su instinto. Ignorando la lejana vocecita de su cabeza que le repetía lo mal que estaba esto, lo enojado y avergonzado que estaría al día siguiente. Ignorando el orgullo que, magullado desde el suelo, rogaba por piedad a su dueño.
Pero su cuerpo se sentía tan necesitado. Taehyung necesitaba, en su delirio, desesperadamente aquello que Jungkook le hacía sentir, de nuevo. Incluso en aquel estado, no olvidaba las razones por las cuales se había alejado, no olvidaba que el hombre era malo con las promesas, no olvidaba lo extraño que lo hacía sentir y sin embargo; su fuerte deseo le restaba importancia. No importaba, nada importaba, porque si continuaba acicalándose con su piel lograría olvidar todo lo que le preocupaba.
Al menos por una noche. Luego tomaría las decisiones.
Que tonto era.
Por el otro lado, Jeon Jungkook sentía la rigidez acumularse en cada músculo de su cuerpo, mientras más lo sentía encima. Todo había pasado demasiado rápido, y digerirlo tenía su mente paralizada. El hecho de que el insolente llegara borracho, le insultara y ahora le chupara y mordiera los labios estaba causando estragos que no entendía. Pensó que se había acostumbrado a la montaña rusa que suponía estar cerca del chico, pero su corta ausencia quizá le había afectado la cabeza más de lo que pensó.
Aún seguía enojado. Claro que sí. Aún residía rencoroso por la decisión que había tomado Taehyung hacía días. ¿Cómo se atrevía? Lo pararía, detendría aquellos besos tan obscenos, detendría aquellos ligeros gemidos que soltaba, lo detendría y lo alejaría como castigo por lo descarado que había sido con él.
Claro, todas esas cosas pasaron por su cabeza. Pero nada de eso fue recibido por su cuerpo, que inevitablemente encendido por ser el centro de su necesidad, permitió por fin fluir y comenzar a corresponder del beso, tomar el control de él.
Porque aunque siguiera desquiciado, aquel idiota presionaba los botones correctos en él. Siempre lo hacía. Y joder, ¿cómo podía no disfrutar el hecho de que, contrario a las palabras tan seguras que había dicho esa noche por teléfono, ahora viniera a buscar su atención? Todo su interior se revolvía de emoción y excitación por la escena del chico. Por ser ese desastre débil y tentativo para él. Sólo para él.
Era tan malo con él. Un niño tan malo.
Siempre lo era. Y en el fondo, buscaba sus castigos merecidos. Ya estaba claro para Jungkook.
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Control «KookTae» ©
FanfictionEn medio de la preponderancia y el saudade, Jeon Jungkook y Kim Taehyung se conocen. Si el dicho dice que los opuestos se atraen, en definitiva no aplica con ellos, y trae, como consecuencia, un enfrentamiento que sin fundamento los involucrará en u...