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—El tipo es un idiota, Neul-ssi. —gritó Taehyung, desde el baño mientras terminaba de vestirse. Acomodó el borde su camisa de botones estilo hawaiano en la cinturilla de sus jeans negros ajustados con pequeñas aberturas en las rodillas, y suspiró de cansancio. Meterse en esos pantalones siempre era un trabajo.

Había estado la última media hora escuchando a la pelirroja hablar sobre su encuentro con Jungkook. Y Taehyung no podía estar más irritado, miles de pensamientos odiosos cruzaban su mente: ¿Por qué el imbécil había sido tan jodidamente agradable con Ha Neul? ¿Por qué había parecido pícaro, y algo coqueto? ¿Qué pretendía con eso? Un hombre como él —hasta donde podía inferir—, no podía actuar de forma tan agradable sin una razón de fondo.

Y si la había, ¿cuál era?

—¿Cómo lo sabes? —oyó preguntar a la chica desde fuera, y Taehyung puso los ojos en blanco.

—Porque ya he lidiado con él, es un criticón, amargado y cruel. —respondió, abotonando su pantalón y poniéndose un par de calcetines negros.

—Ah, ¿Por qué no puedo creerte? Se comportó tan... Gentil... — dijo esto con la mejilla sonrojada y pegada a la puerta. Taehyung salió, y ella se apartó de golpe. El castaño la tomó de los hombros.

—Es una fachada. Se metió en el papel de oveja siendo un lobo. Eso sólo lo vuelve un patán.

Ha Neul, ahora con un vestido de fiesta amarillo abultó sus labios en un puchero. Taehyung le sacudió el cabello que cuidadosamente había peinado, y riendo mientras la chica de quejaba, fue por sus zapatos negros de charol.

—Ya no quedan chicos decentes, ¿Eh? —musitó ella, deambulando por la habitación de Taehyung. Él solo la miró mientras se calzaba. Sus pequeños pies caminaron sobre la baldosa beige.

Seok tocó la puerta de sus pensamientos por aquel comentario. Taehyung podía relatarlo, ya que pensaba igual. Desde Seokjin, ningún chico había parecido lo suficientemente bueno o gentil.

—Puede que aún los haya. — exclamó, más para sí mismo que para Ha Neul, y se levantó, ya listo para irse—. Solo hay que buscar con cuidado.



[♦♦♦]

La desesperación se agitó en el pecho de Jungkook.

Peach Blues era un club reconocido del centro, donde todo tipo de personas disfrutaba reuniéndose. Había buena música, variedad en bebidas y grandes instalaciones con sistemas de luces de colores para darle vida a la pista de baile.

Aquel día, estaba particularmente lleno.

Bueno, lo entendía: era viernes, miles de estudiantes salían exhaustos de la universidad con ansias de diversión, y los adultos también necesitaban distracciones de sus trabajos.

Pero nada mitigó la incomodidad que sentía. Estar rodeado de gente sudorosa y ruidosa no era exactamente su actividad favorita. Le daba un profundo asco ser tocado así fuera por accidente. Si algo exigía él: era su espacio personal.

¿Qué rayos estaba haciendo?

Él pensó que quería estudiarlo más. Él pensó que iría solo para observarlo a su picor curioso. 

Pero no podía mentirse, ¿por qué quería fastidiarlo de nuevo?

Le dio vueltas a la aceituna de su bebida jugando con el vaso y suspiró.

Aquel hombre movía las fibras suficientes para hacerlo actuar. ¿Cómo era posible? ¿estaba loco? Se había metido en una situación completamente inmadura y sin sentido.

Control «KookTae» ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora