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Kim Taehyung se removió en su cama, el sol del medio día queriendo salvarlo del mundo de sus sueños.

Ojalá hubiera sido uno bueno.

Se escuchaban pisadas, retumbantes.

El frío que creyó que había olvidado era real en su cabeza. La oscuridad que el día se había llevado estaba fresco y realista en aquel delirio aumentando su ritmo cardíaco.

Fuego. Él veía fuego.

Fuego consumiendo las habitaciones.

Fuego acabando con todo. 

Su agotado corazón, aún dormido, gritó en bombeos de angustia. Los pasos no se detenían.

Él sabía donde vivía.

No.

Iba a consumirse junto al fuego.

Por favor, no...

Bajo la tétrica sonrisa de aquel pelirrojo, y las lágrimas de su compañero. Sus manos rodeando posesivamente en su cuello.

Detente, no...

«Sé romper más que huesos, Kim Taehyung. Soy bueno en la oscuridad y escabulléndome en silencio»

―¡No! ―gritó, sin aliento, su voz rota, despertándose de un golpe. Él sentía el corazón en la garganta. Él juraba que el corazón le palpitaba en la faringe. 

Las lágrimas no tardaron en salir.

Y él estaba harto de llorar.

―¿Jungkook?

Jungkook estaba allí, con él, ¿verdad?

Él no estaba solo, ¿cierto?

―¡Jungkook! ―apoyó sus manos temblorosas en la cama, sus oídos ansiando una respuesta. 

¿Por qué no respondía? ¿Se había ido?

¿Lo había dejado?

Se pasó el puño por una de sus mejillas. La limpieza de lágrimas lo dejó irritado. ¿Habría estado el hombre allí, siquiera? ¿No había sido un sueño, en el que le consolaba y tranquilizaba?

¿Siempre había estado solo?

Sollozó con fuerza. Completamente indefenso, de nuevo.

Entonces se incorporó. Con manos temblorosas y el cuerpo débil, tanteó por todos lados buscando su móvil.

Vamos, tiene que estar por aquí...

Soltó un quejido, y abultó los labios y mejillas para reprimir las lágrimas que ya estaban saliendo. Encontró el aparato enredado en las sábanas, y lo encendió.

Vamos, deprisa, deprisa...

Quería gritar. Quería salir corriendo. ¿Por qué seguía con el corazón en la garganta? quería vomitar. 

Cuando la pantalla de bloqueo se mostró por fin, buscó con torpeza el ícono de llamada. Pero se detuvo entre su agite. Sus dedos temblaron

¿A quién iba a llamar?

¿A su padre? ¿No era lo más coherente?

Pero él no sabía nada. ¿Cómo iba a alterarlo ahora? no. Él no era una opción.

―Mierda...

¿Ha Neul? Buscó por su número. Pero volvió a detenerse. 

No, la chica debía estar en clases. ¿Cómo iba a poner tremendo problema en su día?

Control «KookTae» ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora