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Los días a partir de la última noche que había estado con Jungkook comenzaron a irse rápido. Más rápido de lo que a cierto chico de largos cabellos castaños habría deseado, quizá en secreto.

Apoyó la frente en la ventanilla del taxi en el que iba y respiró profundo, haciendo que su aliento empañara el vidrio.

Su cabeza había estado pesada últimamente. Decir que estaba congestionado de pensamientos no era suficiente. Era como un caudal descontrolado que lo había tenido atontado como el infierno.

Se recordó a sí mismo mirando fijamente su comida mientras su padre y su mejor amiga compartían alegremente un almuerzo en celebración a su cumpleaños. Ni siquiera con la ocasión del día había logrado dejar de divagar. Ni siquiera por ser un año mayor se había permitido alegrarse.

Era confuso. Él no solía ser así.

Pasó el dedo por la zona empañada para dibujar.

¿Por qué estaba así?

Se sentía extrañamente... solo.

Y no había estado exactamente solo.

Aunque quizás en casa...

Cerró y apretó los ojos, algo confrontado emocionalmente, y desconcertado como el infierno por no saber la causa.

Se sentía incluso más solo que antes cuando de verdad había estado solo. Y no. Tenía. Sentido.

Él había sobrellevado bastante bien el vivir solo por un año. Él se había habituado con facilidad a pesar de la dificultades.

¿Pero por qué era entonces que le ocurría ahora?

¿Justo después de volver a casa, cuando ciertamente la había extrañado?

Quizá era cuestión de adaptación.

Quizá era porque se había habituado demasiado bien a esperar que alguien llegara todas las noches.

Quizá era porque al despertar no había nadie más en casa.

Quizá era porque comía solo de nuevo.

Quizá era que no estaba Jungkook.

Presionó las yemas de los dedos contra el cristal y suspiró con pesadez. ¿Qué había sido ese pensamiento?

¿Qué importaba que ya no estuviera Jungkook? él lo había echado, prácticamente -o eso parecía, en su cabeza- y él no tenía alguna afición en particular que lo hiciera extrañarlo.

Pensar así le hacía parecer como... si le gustara o algo así.

Y bueno...

Sacudió la cabeza, con molestia y un rebelde rubor subiendo a sus pómulos. No. Eso no era.

No podía ser.

Era demasiado... extraño. Incluso solo pensar en eso. Gustar de Jungkook.

Porque en primer lugar, no había un espacio para sentimientos así. Así que era extraño y totalmente inadecuado. Por donde sea que lo viera.

Así que no. Eso no podía ser.

No.

Nop.

Entrecerró los ojos y frunció el ceño, proponiéndose poner atención al viaje a casa.

Recordó entonces el par de camisas que su padre había comprado para él aquel día y apretó la bolsa que las contenía con la mano. Había sido un lindo gesto.

Control «KookTae» ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora