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—¡Taehyung! ¡Vamos muy tarde! ¡Sal de una maldita vez!— gritó Jungkook, con la mitad del cuerpo fuera del apartamento, agitado y con el cabello húmedo por la ducha que había -que habían- tomado. Tomó un abrigo y un gorro del perchero desde dentro para abrigarse por el frío del invierno fuera, dándole un vistazo rápido a toda la sala para asegurarse de que todo estuviera en orden.

Mientras se ponía el gorro, de color negro, miró las decoraciones de navidad que había hecho la noche anterior en compensación al tonto que había sido con Taehyung. Aún dudaba un poco de sí mismo aunque Taehyung, mientras era follado en la ducha, hubiera repetido lo hermoso que le había parecido el detalle.

Solo que sentía que "hermoso" no era suficiente. ¿Estaba completamente bien? ¿Parecía algo saturado, o demasiado simple? ¿Tendría que comprar más cosas?

Necesitaba una opinión objetiva.

Respiró profundo.

La obtendría, sí. Aún quería pedirle al chico que decorara el árbol con él. Jungkook no tenía la más mínima idea de cómo hacerlo de forma proporcional.

Aunque había comprado todas esas cosas en algún momento de su carrera, nunca se había sentido lo suficientemente a gusto como para poner la navidad.

Era su primera vez haciéndolo.

Y necesitaba ayuda.

Frunció el ceño por su pensamiento casi de forma automática. ¿Ayuda? No, él no necesitaba ayuda, necesitaba orientación. Él era perfectamente capaz de buscar un tutorial en Internet para decorar el árbol.

Pero quería que la ayuda de Taehyung.

No, no. La orientación, quería la orientación de Taehyung que seguramente habría puesto la navidad desde que aprendió a caminar siendo un pequeño rechoncho y llorón.

Apostaba a que lo había sido. Pero era eso.

Sólo eso.

Torció la boca, dándose cuenta de que el chico no respondía desde el interior del lugar:

—¡Taehyung! ¡Namsan no está a tres calles, sabes! ¡Puede que haya tráfico!— gritó, en su urgencia por apurarle. Suspiró de forma corta y se volvió hacia fuera sin pretenderlo realmente.

Miró las escaleras con descuido y con la cabeza puesta en el poco tiempo que tenían si querían llegar a tiempo para reunirse con el oficial de policía antes de que él tuviera que irse a su trabajo. No tenía más de media hora.

Solo que cartel blanco frente a su apartamento lo hizo parpadear para enfocar la mirada y ver de qué se trataba.

Entonces su boca se entreabrió, con algo de sorpresa.

Kim Taehyung, vestido a duras penas, con los labios hinchados por los besos y mordiscos de Jungkook, y acomodándose la bufanda sobre el abrigo llegó hasta la puerta, con el ceño fruncido.

—¿Realmente tienes que presionar tanto?— preguntó, con molestia, notando que el hombre miraba hacia algo fuera. Intentó captar lo que era— ¡Prácticamente corrí desde-

Los alientos le abandonaron el cuerpo casi de golpe.

Parpadeó, como si quisiera aclarar su mirada a algo que parecía falso. Sus ojos, tan amplios como platos, llevaron desde aquella imagen que recibieron un apretón doloroso al corazón de Taehyung.

Soltó una risa entonces: completamente ajena a cualquier sentimiento, vacía.

Jungkook se volvió a mirarlo, extrañado por el sonido que acababa de emitir. Intentando predecir alguna reacción, y confundiéndose por no obtener nada demasiado informativo. El chico prácticamente se había paralizado en su puesto, con su piel acanelada un poco más pálida de lo usual y los labios entre abiertos.

Control «KookTae» ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora