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Jeon Jungkook soltó su lápiz óptico sin mucha amabilidad sobre su escritorio de vidrio. Suspiró con fuerza antes de levantar la mirada y estirar los brazos, con cansancio.

Dirigió su mirada hacia los escritorios de afuera, y se extrañó al verlos vacíos. ¿Qué hora era, que no había rastro de Jimin, Hoseok o Dong-Yul?

Terminando de estirarse y consiguiendo sentirse un poco descansado volvió la cabeza hacia el reloj de la pared.

Abrió entonces con amplitud los ojos al darse cuenta de que era más del medio día. Mucho más del medio día.

Y que por sumergirse en el trabajo, había superado la hora del almuerzo. Ahora solo tenía 10 minutos para comer.

Apretó los dientes con frustración. Quizá solo tenía 5 minutos si contaba la fila que habría en la cafetería.

―Ah, joder...― musitó para sí mismo, pasándose, inevitablemente, las manos por el cabello.

Al terminar aquel ademán se quedó mirando sus manos, consciente de lo que acababa de hacer. Sus manos, probablemente, estaban sucias de polvo y otras cosas, ¿por qué rayos había hecho eso?

Dejó caer los brazos en el escritorio y apoyó la cabeza. Estaba comenzando a estresarse e irritarse.

Fue bueno que justo en ese momento la puerta de su oficina se abriera. Por el sonido de las bisagras levantó la cabeza de golpe, provocando que los lentes sobre su nariz se torcieran.

Kwan Dong Yul, con una expresión firme pero mejillas ruborizadas, se quedó en el marco de la puerta sosteniendo una bolsa de papel en las manos. Jungkook lo miró con inquietud, preguntándose repentinamente cómo estaría su cabello, si se vería al borde de la irritación, o... bueno, ¿por qué estaba allí, interrumpiendo su berrinche personal?

Se odió por tener que pasarse de nuevo las manos por el cabello para dejarlo en orden. Acomodó sus lentes e irguió su espalda, tomando una bocanada de aire para traer de vuelta su semblante neutro.

―¿Dong Yul?― preguntó entonces, enarcando ligeramente una de sus cejas― ¿En qué puedo ayudarte?

El chico, forzando aún más su expresión seria para que el rubor de sus mejillas no le provocara una risa nerviosa, hizo una leve reverencia y miró a algún otro lado que no fuera su rostro para prepararse y hablar.

―Yo...―musitó y se aclaró la garganta para hablar más fuerte― Vi que ha estado ocupado toda la mañana, y como no fue a la cafetería, decidí comprarle un sándwich― dijo esto levantando un poco sus manos para hacer resaltar la bolsa de papel.

Jungkook parpadeó rápido, asimilando lo que acababa de escuchar. El chico había comprado algo para él.

Se quedó en silencio los primeros segundos.

¿Por qué había hecho eso?

Se recostó en el respaldo de la silla, apretando un poco la boca.

―No tuviste que hacerlo...― dijo, intentando ser amable, ¿por qué se tomaba esa molestia? Dong Yul se balanceó en sus talones antes de caminar dentro, estirando los brazos con el bolsa.

―Pero usted no se ha levantado en toda la mañana- exclamó, haciendo una reverencia al ofrecerle la bolsa― Por favor, sunbae. Acepte. Si no come adecuadamente puede enfermarse.

Jungkook frunció al ceño al tiempo que sonreía levemente. ¿Estaba preocupándose, a caso? ¿Era cosa suya solamente?

Ladeó un poco la cabeza, e inquieto, se incorporó para recibirlo. Porque en realidad, el gesto no le sobraba aunque le incomodara un poco. Tenía que comer algo para poder funcionar el resto del día.

Control «KookTae» ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora