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Taehyung se dejó caer en la banca de la sala de audiencias, rezando porque haber escogido la ubicación donde hubiera más gente acumulada diera el resultado que esperaba para ocultarlo.

Respiró profundo y tomó sus manos sobre el regazo. Ya, había entrado, habían entrado.

El momento por el que tanto había rezado las últimas semanas había llegado. Todo lo que había considerado imposible y le había provocado un gran dolor y a sus amigos finalmente iba a suceder; solucionarse.

Intentó aferrarse a la calma que darse cuenta le provocó, pero el vacío en su panza que comenzaba a llenarse de ansiedad lo impidió.

En cualquier momento Ji Taehyung cruzaría las puertas y asumiría su puesto en el estrado. ¿Y si lo veía? ¿Y si buscaba la forma de salirse con la suya? ¿Y si enloquecía? ¿Y si era una trampa?

Un escalofrío le recorrió la espalda. Por eso se había sentado allí, tenía que mantenerse en bajo perfil.

Era un alivio que al hablar con Yoongi esa mañana siguiera en Daegu y no pudiera asistir. Eso solo lo habría puesto más tenso.

El recuerdo de la llamada que habían tenido en la mañana le hizo esbozar una pequeña sonrisa.

―T-taehyung... ¿en realidad tú...?

―Le dije que esto podría solucionarse, hyung.― había dicho, sintiendo en sí retoñar la paz que tanto había extrañado ―Y no he sido yo... ―se recordó a sí mismo mirar a Jungkook en el otro extremo de la habitación mientras se secaba el cabello con una toalla― Al menos no solo yo... he recibido apoyo. Ha sido todo un trabajo en equipo.

Su sonrisa se hizo más grande, en armonía con la corriente de euforia que le recordó la existencia de lo bueno en el fondo de su pecho.

Esto era lo último, el último esfuerzo, la última vez que su corazón se sintiera de esa forma.

Las comisuras de su boca se fueron hasta sus orejas, ampliando su sonrisa y delineando con ella un cuadrado.

Y justo en ese momento, Jeon Jungkook se dejó caer a su lado sin mucha amabilidad, sin mirarlo, y cruzó los brazos pretendiendo cerrarse a cualquier contacto.

Entendía a Taehyung por haberse sentado cerca de tanta gente. Había visto su expresión de alivio cuando al entrar había encontrado un posible escondite, pero...

Odiaba las multitudes.

Como, que de verdad las odiaba.

Porque estar en ellas implicaba entrar en contacto con algún objeto, aroma o fluido ajeno. Era asqueroso, lo viera por donde lo viera.

Y si evitaba usar el metro y los autobuses por eso mismo, no podía obligarse a estar cómodo en aquel lugar ese. Se mordió ambos labios, removiéndose.

Suspiró profundo rezando porque nadie se sentara en el lado libre junto a él y devolvió la mirada a Taehyung.

El chico lo miraba, también.

La ceja de Jungkook se enarcó levemente después de unos segundos.

―¿Qué ocurre?― preguntó, percibiendo una emoción desconocida proveniente de sus ojos.

El castaño parpadeó y abrió sus labios para dejar salir el aire, aún pegado a sus ojos. En su interior Taehyung se acobardó por las palabras que querían salir de su boca.

Sin embargo, el impulso mental fue más rápido que su sentir:

―Estaremos bien, ¿verdad? ―sus palabras salieron en un musito, dejando pasar con su tono de voz su ansiedad. Sus ojos parecieron más brillantes, y su corazón un poco más visible a través de ellos.

Control «KookTae» ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora