Fue como si su cabeza estuviera en blanco en aquellos quince minutos que había tardado en llegar. Sus pulmones ardían, el sudor le recorría las sienes, y sus piernas comenzaban a sentirse gelatinosas y temblorosas.
En su pecho, su corazón latió con desenfreno y violencia repercutiendo en la angustia que le envolvía el cuerpo.
Era un pésimo ser humano. No podía sentirse diferente. Era un descuidado total -y aunque eso no fuera un secreto para nadie- esto superaba los límites.
Cruzó las puertas de la veterinaria con los ojos encharcados en lágrimas.
Quería que fuera un mal sueño. Una pesadilla en la que el karma no tenía piedad, donde se alejaba de la realidad lo suficiente y se sumergía en una ilusión tétrica y terrible.
Arrastró los pies hasta la recepción, y levantó la mirada hacia la chica tras el mostrador, que lo miraba con algo de inquietud y tristeza. No sabía por cuál paciente estaba allí, pero a juzgar por su apariencia, algo muy malo había pasado.
—Bienvenido...— musitó ella, aclarando después su garganta para que aquel tono lastimero no le llegara al joven de cabellos largos. Él no merecía algo como la lástima, aunque fuera casi imposible conmoverse por el sonrojo prominente de sus mejillas y su expresión devastada tras aquellos ojos de bambi— ¿En qué puedo ayudarte?
El castaño parpadeó con lentitud, pareciendo orientarse a su voz sólo un par de segundos después, y cruzó sus manos sobre su regazo antes de tragar saliva y disponerse a hablar.
—Y-yo... —su voz salió como un hilo de voz tembloroso y lastimado. Maldita sea, ¿por qué era tan blando? ¿Ya no había una chispa mínima de firmeza?
No si se trataba de ella.
—... Vengo a ver a mi gatita, Frida.
Aquella felina, desde el primer día que la había visto, había deshecho cada partícula de firmeza en él y lo había vuelto un tonto sensible.
Incluso la muerte de Seokjin, que lo había resumido a una magdalena, no había tocado las fibras en su corazón que el hallar a aquella felina había removido con brusquedad.
Las mascotas, en definitiva, se hacían lugares en los corazones de sus dueños de una forma que no podía describirse. Aún a meses de haber perdido a su novio y hacerse el fuerte, Frida se había encargado de no dejarlo volver una piedra inerte en cuanto a emociones.
Aún así ella misma fuera una amargada y excéntrica.
Taehyung respiró profundo, no dejando a sus lágrimas salir ejerciendo la presión suficiente en sus ojos, y caminó por el pasillo que la recepcionista le indicó hacia uno de los consultorios.
Si el café había sido su conexión con el mundo real después del profundo dolor, Frida había sido la conexión a su corazón sin perderse en la agonía. Había sido su compañía más silenciosa y comprensiva.
Ya había perdido al café. No quería perderla a ella.
Ya era jodidamente demasiado.
Abrió la puerta del consultorio después de dar golpecitos y que una voz femenina le permitiera pasar.
Y entonces caminó dentro, sintiendo que su corazón le subiría por la garganta.
Ojalá no hubiera ocurrido nada malo.
[♦♦♦]
La doctora Somin, con sedoso cabello rubio, lo miró con una sonrisa cómplice, como si leyera sus ojos vidriosos.
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Control «KookTae» ©
FanfictionEn medio de la preponderancia y el saudade, Jeon Jungkook y Kim Taehyung se conocen. Si el dicho dice que los opuestos se atraen, en definitiva no aplica con ellos, y trae, como consecuencia, un enfrentamiento que sin fundamento los involucrará en u...