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En el instante en el que los ojos de Ji Taehyung captaron los de Kim Taehyung y Jeon Jungkook, el impulso del segundo mencionado fue apretar la mano ajena que sostenía con todas sus fuerzas.

Su cara perdió todo el color, y sintió toneladas de ladrillos hacer peso en la base de su estómago. Se lamentó por estar de pie estático mientras el resto se levantaba y se iba.

Joder.

Pensó que no lo vería, él había estado bien oculto todo el tiempo. ¿Por qué justo en ese momento? ¿Por qué cuándo estaba a segundos de salir del lugar?

Olvidó todo en un pequeño lapso de tiempo: respirar, controlar sus lagrimales, seguirle el ritmo su corazón. Por poco olvidó quién era. La conmoción le recorrió el pecho como una llama sofocante.

Sólo que el impulso del pelinegro junto a él, como espectador desesperado, fue tomarlo del brazo y lo atraerlo de golpe a él en el mismo instante en el que el pelirrojo se hizo su camino fuera de la habitación con clara mueca de enfado y profunda tristeza.

No supo lo que estaba haciendo hasta que sintió las manos contrarias ceñirse desde su cintura hasta su espalda, con fuerza, y el aliento cálido de un sollozo contra la tela de su suéter. Entonces exhaló todo el aire de su cuerpo, odiándose por la forma en la que sus sentimientos comenzaban a reaccionar.

Ese, como muchos más de sus comportamientos aquella mañana, no concordaban con su plan. Con el plan que había ideado esa noche en el parque cercano a su edificio mientras una revolución de sensaciones se libraban dentro suyo. Con el plan que iba a mantener seguro y prevenido a su corazón.

Cerró los ojos y lo apretó, sintiendo a su corazón -a ese ingrato- tomar vida propia y buscar transmitir calidez al cuerpo contra el suyo. Que jodidamente se callara. Ya suficiente hacía con no dejarle apartarse.

No te importa, Jeon. Lo sabes. No te importa abrazarlo si sabes que lo necesita.

Sabes que sólo quieres...

Jungkook solo quería...

Sólo necesitaba, tan solo por un segundo...

Arrancarle cualquier sensación que hiciera sentir a su corazón vulnerable.

Maldición.

Así que tomó su cabeza y la apretó contra su hombro con ligereza. Apretó más sus ojos, intentando hacer magia y traer lo que fuera que sentía el chico hacia él. Él podría soportarlo, él podría lidiar con eso, pero Taehyung...

Debía estar cansado.

Y, en efecto, lo estaba.

Pero irónicamente, contrario a lo que Jungkook deseaba, en el pasado había sido él el que había querido hacerlo sentir justo como no quería verlo en aquel momento. Vulnerable.

La confusión se volvió un nudo rígido en su pecho.

¿Qué clase de dualidad se estaba volviendo su persona, a éstas alturas? ¿Podían esos sentimientos en crecimiento hacer temblar sus convicciones? ¿Su actitud?

Entonces dime, ¿te sientes capaz en este momento de encerrarlo en un cubículo de baño y nalguearlo?

Tragó saliva.

―J-jungkook...―le oyó musitar a Taehyung, cerquita de su oído, aún aferrado a él―... me tiemblan las piernas.

No.

No podría hacerlo. Y era malditamente consciente de éso.

¿Qué rayos?

¿Qué... me pasa?

Control «KookTae» ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora