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El ardor en sus pulmones por el esfuerzo de subir las escaleras no se comparó con el cóctel de sensaciones que se desataban en su pecho. Su pulso se sentía al límite, pequeñas perlas de sudor se acumulaban en su cuero cabelludo, y había un extraño vacío constante en su estómago que volvía pesado con cada movimiento que hacía. Se sentía ansioso como el infierno, angustiado, y demasiado vulnerable. No se sentía preparado para entrar, tenía el vago presentimiento de que el control de sus emociones se reduciría al punto de desaparecer, y le aterraba no poder recuperarse.

Porque había sido tan difícil lograr que su corazón dejara de emanar tanto dolor que no necesitaba ningún retroceso, no lo soportaría.

Los pequeños caracteres de metal señalando el apartamento 2B relucían contra la luz de la bombilla en el centro del techo. El cuerpo de Taehyung tomó una rigidez tal, que mientras más caminaba más entumecido se sentía, como un nudo al cual no dejaban de hacerle presión.

Fue inevitable el recordar la silueta del hombre, con hombros anchos y definidos y una sensual sonrisa en los labios acercándose a abrir la puerta, ya fuera que llevara algún trabajo o bolsa en las manos. Seokjin era amante de chaquetas, y era usual verle usando una negra de cuero, la cual era su favorita. Y todo adornaba sus vívidos recuerdos, que hacían resonar la fragilidad en su corazón.

Cuando sacó la llave de su bolsillo, percibió el temblor de sus manos. ¿Qué encontraría en el lugar, a parte del vacío desesperante y muebles? ¿Qué era lo que pretendía encontrar allí? Nadie iba a recibirlo, ¿Qué buscaba?

Un estruendo tras él lo hizo sobresaltar con violencia, su corazón se agitó en su pecho, y se dio la vuelta lentamente buscando la procedencia del sonido.

Respiró profundo dándose cuenta de que solo era un chico tocando la puerta de enfrente. Se sostuvo la frente con la mano obligando a su corazón a calmarse.

Estaba paranoico y aterrado, no podía culparse.

El tipo, de cabello rubio cenizo, tocaba con los nudillos la puerta. Su torso se veía demasiado ancho como para ser real, y se dio cuenta que dentro de su abrigo ocultaba a otra persona. Distinguió las delgadas piernas de la persona que tenía ahí con él, y la escena le recordó a las parejas en el invierno.

No era inusual encontrarse a los chicos acunando contra ellos a las chicas dentro de sus abrigos abrazándolas por la espalda. Era un lindo gesto la mayoría del tiempo. Pero en ese momento, solo hizo sentir a Taehyung como un niño.

—¡Ah! ¿Por qué no abre? —cuestionó el rubio, tocando con insistencia la puerta—. Dijo que a las siete, y son las seis y cincuenta.

La criatura que iba con él no emitió ningún sonido, pero como si conversaran, el rubio continuó hablando: —Ah, lo sé, sé que Jungkook siempre llega a tiempo, ¿Pero tenía que salir justo hoy?

De nuevo el silencio pareció una respuesta para él.

—No es nuestra culpa, Hobi. Mejor esperemos estos diez minutos, ¿Te quieres sentar? — preguntó, acercando su rostro a la criatura de nombre "Hobi" que parecía ser un poco más bajo que él. Taehyung parpadeó, dándose cuenta que había estado observando toda aquella conversación, y se irguió en su puesto.

Cuando la pareja se dio la vuelta, él giró la cabeza con rapidez y torpemente ingresó la llave en la cerradura. Cuando el pestillo cedió a la llave, se sintió mareado.

La puerta se abrió.

Y una nube de polvo fue lo primero que le recibió.

Ignorando las voces tras suyo, dio los primeros pasos. La oscuridad pareció abrumadora, así que antes de cerrar la puerta buscó en el muro el interruptor. La electricidad de la casa, por su inactividad, tardó en funcionar; pero el lugar se iluminó por completo. Las luces cálidas dejaron ver el aire pesado por culpa de las motas de polvo, y el suelo de madera rechinó cuando Taehyung se adentró por completo y cerró la puerta.

Control «KookTae» ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora