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Taehyung tragó saliva, mirando fijo la madera oscura de la puerta que tenía delante de él.

No, no podía ser cierto.

Se inclinó un poco y volvió a llamar al timbre.

De nuevo, como las últimas tres veces que había tocado en los últimos cinco minutos, nadie atendió.

―Oh, no.

Tocó con más insistencia, sintiendo su corazón acelerarse en su cavidad, ahora lleno de miedo. Escuchaba la melodía del timbre a través de la puerta hacer eco en el cuarto, y nada más que pareciera habitar allí. Pegó la oreja, e insistió con la llamada el timbre otras tres veces.

La mano que permanecía sobre el botón del timbre del departamento de Min Yoongi comenzó a temblar.

―Taehyung... ―oyó susurrar a Jungkook tras él.

¿Por qué no atendía? ¿Estaba dormido? No, no podía ser. Él había tocado lo suficiente. ¿Dónde podía estar? ¿Había salido a alguna parte? él mismo había dicho que no quería salir, ¿entonces dónde?

¿Por qué justo en ese momento? ¿No podía solo abrir la puerta?

Quiso controlar el hilo de sus pensamientos cuando éstos se comenzaron a desviar por la paranoia.

No lo logró.

Exhaló entrecortadamente. Y volvió a tocar, no queriendo pensar en que...

¿Era demasiado tarde? ¿Había ido Ji a por Yoongi? ¿Lo peor ya habría sucedido?

Jungkook, callado, tras él, le tocó el hombro. Para llamarlo, consolarlo, contenerlo. No estaba seguro.

―Oye, Taehyung.

El llamado se llevó ambas manos a la boca, aún sin mirarlo. Por dentro le quemó la angustia, sofocante, dejándolo suspendido. 

―Taehyung.

Sus ojos se aguaron, perdidos. 

¿Se lo había llevado? ¿A dónde? ¿Estaría bien? ¿Qué le habría hecho? ¿Podían alcanzarlos? ¿Contestaría su teléfono? ¿Y si ya no lo tenía? ¿Por eso ya no contestaba las llamadas? ¿Estaba en peligro? Su corazón latió desenfrenado y violento. Se suponía que todo iba a salir bien, se suponía que el plan iba a funcionar. ¿Ahora qué harían? ¿Ahora cómo lo solucionarían? ¿Cómo iba a...?

Jungkook lo tomó de los hombros con fuerza para volverlo a él. Sus ojos escudriñaron entre las lágrimas ajenas. 

―Taehyung, mírame.

La primera lágrima le recorrió la mejilla fría, su existencia probando pánico, consumido por su cabeza y las pesadillas tan aparentemente reales que ahora vivían.  

―Tae.

Ni siquiera el hecho de que Jungkook nunca lo hubiera llamado así lo sacó de su nudo interior. Sintió que el aire le faltaba, inhalando entrecortado. Sintió nauseas, sintió que de nuevo el miedo iba a volverlo diminuto y hundirlo.

Soltó entonces el aire que no sabía que retenía cuando sintió su mejilla chocar con el hombro de Jungkook. Jungkook lo abrazaba. Jungkook lo rodeaba con los brazos. Su mano pesada le reposó en la nuca. 

―Espabílate. Espabílate y respira bien. 

Taehyung inhaló de nuevo, tembloroso, impregnándose de su aroma. 

―Deja de respirar así. Hazlo lento y profundo. 

Taehyung parpadeó con rapidez, y gruñó. Él gruñó, con su cabeza mareada.

Control «KookTae» ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora