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Y sé que nunca he sido bueno en esto del amor.

Los besos tiernos y repetitivos habían hecho un colorido camino en sus cuellos.

Y sé que nunca he sido bueno en hablar de mí.

Las manos del hombre castaño se enredaron en las hebras azabaches del contrario cuando sintió sus toques recorrerle el cuerpo.

Su rostro, enrojeciéndose, se ocultó en su cuello.

Pero, oh, bebé...

Del fondo de su garganta emanó un cálido jadeo, que golpeó la oreja de Jungkook mientras sus manos re-descubrían sus rincones.

Si fueras música...

Yo bailaría.

Jeon Jungkook sintió sus vellos erizarse cuando las yemas frías de los dedos de Taehyung se hicieron camino bajo su camisa. Como con caricias tiernas, como amorosamente.

Porque no era una exageración decir que su piel, que sus poros habían extrañado sentir esa tersa piel contra la propia. Maldición, ¿se podían extrañar ese tipo de cosas sin parecer un demente?

Tocarlo. Solo tocarlo se sentía como una necesidad en ese momento.

Joder. Quería amarlo. Quería amarlo mal en ese instante. No había manera alguna de describirlo. Todo el camino que los había llevado hasta aquel instante, hasta aquella cercanía, solo lo llenaba de ganas de ahogar a Taehyung en el amor que le quemaba en el pecho.

Se encorvó para besarle el hombro. Y lo depositó suavemente en la cama, para posarse a horcajadas de él.

Tenía que hacerlo. Tenía que sentirlo suyo.

Pero él ya era suyo.

Su corazón se agitó gustosamente, celebrando su pensamiento, retoñando armoniosamente y recorriendo sus extremidades. Mierda, maldición, ¿era así que se sentía estar en la cima del mundo? ¿Era así que se sentía el vivir de forma correcta?

Se alejó del hombre, y mientras le desabotonaba la camisa le miró fijo a los ojos. A esos ojitos brillantes, de bambi, que tanto había extrañado.

Él había buscado, desde la adolescencia, una forma de estar estable y vivir bien. Quince años más tarde, después de caerse, enamorarse, y construirse como persona lo había logrado.

Pero sólo podía contemplar sus logros viendo aquellos hermosos orbes.

Estaba jodido, ¿verdad?

No quería recuperarse. Quería vivir en Taehyung y con Taehyung el resto de su vida. No importaban los obstáculos, ni los años que pasaran. Él quería quedarse con él.

Iba a hacerlo, si el castaño lo dejaba.

Y sé que nunca he pedido que te quedes.

Sus ropas se deslizaron como seda hasta desnudarlos.

Los ojos de Taehyung brillaron admirando el cuerpo de Jungkook. Sus hombros anchos, su pecho, su abdomen.

Mierda, ¿cuándo se había ganado la lotería?

Y sé que dejo tus dudas inconclusas.

Jungkook, contemplando también la desnudez de Taehyung bajo él, quedó prácticamente sin aliento. Su tez acanelada, toda perfecta y brillante, embelesó su vista y lo embobó.

Dios, era hermoso. Taehyung era hermoso.

Aún persistía en él aquella fascinación por los chupones y las marcas, pero...

Control «KookTae» ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora