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Aquella última escena fue la que dio vueltas en su mente mientras dormía.

Su cuerpo exhausto, sus deseos saciados, su corazón agitado, y sus dedos traviesos que habían atraído a Jungkook hacia él para besarle con suavidad los labios en la mitad de la noche, teniéndolo encima suyo.

Después de haberle dejado su cuerpo para que hiciera lo que quisiera.

Quizá decirlo de aquella forma no sonaba lindo. Pero, ¿qué más había hecho, sino eso?

Las explicaciones no serían coherentes. Todo el orgullo y toda la terquedad de Taehyung se había esfumado cuando los toques del Jungkook se habían vuelto fuertes y dominantes.

Iba a escandalizarse cuando su cuerpo decidiera despertar.

Para él había sido extraño. Estar bajo sus cálidas y firmes manos mientras era atravesado por esos ojos color chocolate, había hecho que todo lo que vivía en su cabeza y corazón... guardara silencio.

Nunca había experimentado algo igual en su vida, y no tenía ni un poco de sentido. Porque si estando completamente cuerdo odiaba que lo trataran de aquella forma, estando embelesado en Jungkook le había hecho sentir demasiado encendido y deseoso.

Era como si una nueva parte de él, una ilógica y retorcida naciera y se instalara en el filtro de sus sentimientos.

Nunca nadie había intentado tener el control de él.

Y aunque Taehyung odiara admitirlo, ese estado de sumisión al que le había llevado Jungkook le había agradado tal vez demasiado. Le había hecho sentirse inconsciente de su cuerpo y bien contenido.

Jamás pensó que le gustaran esas cosas. Él siempre había sido obstinado, valiente e independiente, y sin embargo, al parecer había una pequeña parte de él que quería ser...

¿Cuidado?

Quizá no era la mejor palabra para describirlo.

¿Manejado?

Tampoco sonaba exacto. Pero no encontraba más con qué explicarlo.

Alguien, por primera vez, tenía el control de él. Por primera vez, no era responsable de su cuerpo. Por primera vez, no era dueño de su cabeza. Por primera vez, toda aquella presión que había estado en sus hombros el último año había hecho tregua y lo había dejado respirar. 

Quizá Taehyung se defendiera todo el tiempo, e intentara contradecir a Jungkook cada vez que hablaban, pero si había algo que no podía negar en el fondo de lo que tanto decía Jungkook sobre él, era que, era un desastre.

Taehyung lo sabía, y aunque odiara admitirlo, era condenadamente cierto, y aquello lo perseguía para atormentarlo. Su vida, el último año, se había vuelto un gran nudo: un trabajo no deseado, un corazón lo suficientemente roto como para hundirlo, todos los descuidos e inseguridades que había dejado aquello.

Taehyung era un desastre.

Pero esa noche con Jungkook, en medio de todos los sentimientos encontrados y la rabia de ambos, todas aquellas cosas que habían dejado de funcionar en la vida de Taehyung se habían alejado de su cabeza. El control que Jungkook había ejercido sobre él, aunque sólo fuera físico, había trascendido al punto de hacerlo sentir liviano, exhausto, tranquilo y... feliz.

Jodidamente feliz.

Incluso más de lo que pensó.

Y eso era perturbador.

No lo entendía, ni una pequeña parte. ¿Qué a caso se había vuelto tan débil que necesitó de que otra persona le sostuviera —follara— como si fuera una damisela en apuros? ¿Era que su fuerza de voluntad era totalmente nula? ¿O solo había sido un momento de tentación que había deshecho más nudos de los que había hecho?

Control «KookTae» ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora