078

31.1K 4.7K 2.1K
                                    

―Tu padre seguro estará preocupado.

Kim Taehyung, con el cabello recogido de una forma especial que le había enseñado cierto alguien para que ningún mechón se escapara, vestido con un suéter gris y unos jeans negros, se balanceó en sus talones, cruzado de brazos, siguiendo con la mirada a los hombres del servicio de mudanza que sacaban las cajas de cartón llenas de las cosas de su ex departamento.

Puso su mano en el teléfono móvil que guardaba en el bolsillo y lo sacó para chequear la hora.

Hizo un mohín al saber que eran casi las ocho de la noche.

―Sí, debe estar preocupado― respondió a su mejor amiga, que con Frida en los brazos lo miraba con somnolencia. Ella asintió con la cabeza, pero después de unos segundos le sonrió con dulzura.

―Diremos que el servicio se atrasó― dijo ella, creando el pretexto perfecto para que cuando su padre se preguntara por qué habían tardado tanto en ir -ya que, con toda la situación de la que estaba enterado a medias había accedido de inmediato en recibir en casa a Taehyung hasta que retomara clases en la universidad- y pudieran tapar por completo el hecho de que el cuerpo del hombre castaño no lo había soportado y había caído dormido después de llorar por casi una hora en los brazos de su mejor amiga.

Aunque bueno, ambos habían dormido. Por todo el día. Por eso todo se había atrasado. Los dos llevaban, por lo menos, una media hora despiertos.

Taehyung se sentía enérgico de nuevo. Pero por la carita de somnolencia que tenía la pelirroja, podía deducir que aquella "siesta" había saboteado por completo su reloj biológico.

Lo sentía por ella. Pero maldición, había podido dormir. Dormir plácida y tranquilamente.

No sabía si había sido por estar en sus brazos.

Pero no había sido perturbado por pesadillas, como los últimos días.

Su cabeza había descansado de los recuerdos de Seokjin. De sus sonrisas, de sus besos, de sus caricias que tanto recordaba, y de su melodiosa y hermosa voz.

Y no había visto más a Jungkook, tampoco. A Jungkook con sus lentes redondos mirándolo desde una mesa del café, a Jungkook con su mirada lujuriosa, a Jungkook apretándolo contra él, a Jungkook acariciando sus mejillas, a Jungkook sonriendo con malicia quitándose el cinturón, a Jungkook gimiendo en su oído, a Jungkook abrazando sus piernas cuando lo cargaba en la ducha, a Jungkook y su risa sarcástica, a Jungkook y su ceja enarcada, a Jungkook y su expresión neutra y...

A Jungkook mirándolo con los ojos empapados de lágrimas.

Mientras decía que no volvería.

Apretó los brazos contra él y tragó saliva. Algo pesado y desagradable subió por su garganta.

Y un apretón se hizo en su cansado corazón.

―¿Dónde quedaron los muebles?

Sacudió entonces la cabeza para salir de ella. Miró a Ha Neul de nuevo, dispuesto a responder su pregunta.

―Pues, mi padre les pagó una limpieza. ―afirmó― Luego los vendí.

Ha Neul subió un poco sus cejas, y asintió con la cabeza. Él repitió el gesto, y devolvió la vista a los hombres sacando las cajas.

Entonces se volvió hacia lo que solía ser la sala de estar.

A través de las ventanas, pudo divisar el paraíso frío y majestuosamente blanco que tanto odiaba golpeando el cristal. Que tanto había odiado desde pequeño.

Hizo un mohín.

Y pensar que en algún momento se había sentido cómodo en el invierno.

Sus recuerdos reprodujeron a Jeon Jungkook acariciando su cabello mientras lloraba, casi bajo sus brazos. Apretó más los brazos contra él, sintiendo la piel arder bajo su toque.

Control «KookTae» ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora