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La razón de la negación residente en Kim Taehyung y Jeon Jungkook tenía prácticamente nombre y apellido. Ambos hombres habían quedado tan enojados y abochornados después de aquello que iban a irse con el nuevo secreto hasta la tumba.

Dicho suceso que querían revertir había tenido lugar en el centro de Seúl, a la una y media de la mañana. En el cielo las nubes comenzaban a acumularse. El ventarrón que se desató amenazaba en atraer la lluvia, y tenía titiritando de frío a los dos hombres que se encontraban uno frente al otro fuera del club Peach Blues.

Hacía un par de segundos, ambos se habían mirado los labios.

—¿Qué? —preguntó Jungkook, casi de forma altanera. Un muy borracho Taehyung levantó la mirada hacia él.

—¿De qué? —respondió. Los labios de Jungkook se fruncieron hasta formar una fina línea.

—¿Qué estás mirando? —preguntó, con molestia, y algo de nervios en el fondo. Taehyung se encogió de brazos, un poco más sonrojado que antes, pero con el ceño fruncido.

—¿Crees que puedo ver algo, idiota? Estoy mareado. —respondió, bajando la vista y parpadeando con lentitud. ¿Qué rayos? ¿Acaso le había estado mirando los labios al pelinegro? ¿Por qué su cabeza había tergiversado todo y una vaga curiosidad por detallarlos había surgido? Debía de estar más borracho de lo que pensó como para fijarse en que sus labios, que desprendían vapor por su aliento cálido, se veían carnosos y... algo sensuales.

No tenía que hacer mucho escándalo, y no iba a hacerlo. Sí, quizá el imbécil de Jungkook era atractivo, pero esto superaba todos los límites. Si había algo que Taehyung se había jurado a sí mismo desde la adolescencia, después de no fijarse en hombres heterosexuales, era no fijarse en idiotas prepotentes y amargados.

Y Jungkook sí que era uno de ellos. Superaba incluso a cualquier tonto que había conocido antes. Así que en definitiva, tenía que ser el alcohol en su organismo el que estaba provocando tan extraños pensamientos en él.

Y también, que había pasado un buen tiempo desde que había besado a alguien.

Porque Taehyung nunca iba a fijarse en él.

Ni siquiera lo soportaba, no tenía sentido. Era absurdo pensar que algo en él iba a ceder a Jungkook teniendo en cuenta lo mal que ambos se llevaban.

—Ah, eres un respondón. —dijo Jungkook, tomándose el puente de la nariz en ademán de que necesitaba mantener la paciencia.

Estúpido.

Entrecerrando los ojos, Taehyung volvió a mirarle.

—Y tú eres un patán. Tenías que arruinarme la puta noche, ¿Verdad? —exclamó, moviendo las manos.

—¿Con esa boca besas a tu madre? —preguntó, fingiendo sorpresa—. Qué decepción.

Pero entonces solo recibió una mirada afligida de Taehyung.

Algo confundido por la reacción, Jungkook se cruzó de brazos y se sorbió la nariz. Cuando estaba mucho tiempo expuesto al frío, su nariz solía congestionarse.

Una emoción cruzó por los ojos de Taehyung casi de manera fugaz: otra vez estaba enfadado.

—Eres un estúpido, ¡Eres un grandísimo estúpido! —gritó Taehyung, ahora mucho más que ofendido. Era la segunda vez que Jungkook mencionaba a su madre, y sin pudor alguno hacia comentarios crueles—. Mi madre está muerta, ¡Así que no puedo besarla!

El grito aturdió sus oídos, y las cejas de Jungkook se alzaron mostrando su sorpresa. Dejó salir su aliento casi de golpe.

Bien, en definitiva, Jungkook no había dimensionado aquello. Un silencio se sumió entre ellos, que no dejaron de mirarse, ambos con el ceño fruncido.

Control «KookTae» ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora