Con los ojos cerrados, los vértigos se sentían más fuerte.
Aquello estaba claro en ese punto para Taehyung.
Sintiendo la garganta hecha un completo nudo, el latido de su corazón hacer eco dentro suyo como si de un golpe repetitivo en un objeto hueco se tratara; el castaño, preso de sus convicciones erróneas, se quedó quieto mientras sentía el cuerpo de Jungkook presionarse contra el suyo.
Su cabeza era de todo menos un lugar silencioso.
Ideas fueron y vinieron casi con violencia. Fue atacado por recuerdos fugaces, dolores pasados, palabras por decir y sensaciones familiares que removieron el peso de la indiferencia con el que les había cubierto tan bien. Todas y cada una de las experiencias, con el nombre de Jungkook impregnado en ellas, fueron sacadas a la luz de su cordura para ser examinadas; después de tanto tiempo.
Fue un sentimiento tan brusco que lo dejó estático.
Su corazón, entonces, quedó descubierto.
Sintió del cuerpo ajeno espasmos por el llanto. Pero su persona, aletargada por la perplejidad, no le dejó reaccionar a ello.
Solo una misma cosa le retumbaba dentro.
La verdad.
Entonces aquello era.
Aquello que había escuchado era la verdad.
La verdad de Jungkook.
La verdad que, de alguna forma -por decirlo con sutileza vaga- lo involucraba. Involucraba a la persona que había tenido que reconstruir pasados los años.
Apretó los ojos, como si eso aminorara el vacío que se le expandía dentro.
Jungkook había sido bueno dejando todo en la oscuridad. Había sido condenadamente bueno, y por eso todo había terminado tan mal. Pero ahora le había dejado verlo. Ahora todo cobraba sentido.
¿No tenía que sentirse mejor gracias a eso?
Se negó a abrir los ojos. Su realidad, sufriendo cambios rápidos y drásticos, parecía algo aterradora. Así que quería detenerla. Quería detener todo a lo que tenía que enfrentarse ahora.
Porque no estaba listo. Para nada de esto.
No estaba listo para los sentimientos de Jungkook, que había tachado de fríos e inexistentes por tanto tiempo.
No estaba listo para asumir una posición de ellos.
No estaba listo para la manera en la que su corazón estaba reaccionando.
No estaba listo para sus propios sentimientos.
Así que inhaló profundo en busca de calma. El aroma dolorosamente familiar a menta le entró por las fosas y le caló dentro. La calidez ajena se le impregnó quizás demasiado deprisa, y demasiado bien. A lo que su cuerpo, débil, o quizás astuto, correspondió casi fundiéndose contra él y acabando con toda la tensión.
Agh, joder. Maldita sea. Jodida mierda.
¿Qué era esto, que su cuerpo y corazón se sentían tan condenadamente cómodos mientras su cabeza comenzaba a hervir de rabia?
Exhaló entrecortado.
Estúpido Jungkook. ¿Qué había hecho? ¿A caso no dimensionaba el daño que le había hecho? ¿Cómo se atrevía? ¿Cómo se atrevía a tocarlo? ¿Cómo se atrevía a siquiera hablarle? ¿Cómo se había atrevido a aparecerse frente a sus narices después de dos largos y dementes años?
¿Cómo se había atrevido a romper su corazón, cuando ni siquiera se lo había entregado?
Estúpido. Era tan estúpido. Todo era estúpido. Debía moverse. Debía apartarse. No podía solo rendirse a él sólo por una disculpa. ¿Qué con todo el dolor que había sentido, que él había provocado? No era tan sencillo. No podía ser tan sencillo.
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Control «KookTae» ©
Fiksi PenggemarEn medio de la preponderancia y el saudade, Jeon Jungkook y Kim Taehyung se conocen. Si el dicho dice que los opuestos se atraen, en definitiva no aplica con ellos, y trae, como consecuencia, un enfrentamiento que sin fundamento los involucrará en u...