Hace un tiempo.
Kim Taehyung siempre tenía días pesados. Trabajar derecho todo el día en aquel lindo café de una esquina de Seúl tenía sus cosas complicadas. Ir de un lado a otro atendiendo personas y preparando litros de bebidas siempre le desgastaba un poco.
Así que no podía evitar que mientras Jungkook jugueteara con su muslo mientras iban en el taxi de camino al departamento del hombre, sus ojos se sintieran pesados y amenazaran con cerrarse. Joder, que estaba agotado. ¿Cómo la estaría pasando Ha Neul, con su vida de universitaria? ¿sería al menos un poco menos complicado? él lo había experimentado por dos años, y debía admitir al menos para sí mismo que era mucho menos tedioso.
Porque al menos dedicaba sus días a algo que de verdad le gustaba y le tocaba el corazón, y no era solo una obligación para sobrevivir.
Dejó que sus ojos se cerraran solo un par de segundos.
Pero fue el consistente toque del hombre junto a él el que lo espabiló. Sus dedos, antes amansados a su rodilla, ahora subía a la cara interior de su muslo izquierdo. El cosquilleo inevitable, por su piel sensible, le dio un pequeño vértigo. Volvió entonces el rostro hacia el hombre, un poco incrédulo de sus acciones, pero Jungkook no lo miró, falsamente concentrado en el camino y la ciudad pasando, apagada y lúgubre tras la ventana. Su ceño se frunció, en el característico de su tensión usual alrededor del hombre. ¿Qué pensaba que hacía, tocándolo ahí en público?
Se le quedó mirando, esperando llamar su atención. Se removió de su toque, apartando la mano, el mensaje claro en el brillo de sus luceros. «Aquí no.»
Pero Jungkook permaneció impasible ante sus peticiones. Primero fue su mano, sobre la palma ajena, tibia. «Quédate quieto.» y viajó de nuevo a su muslo, su alma tranquila mientras sus dedos profanaban intimidad. Cómo si fueran ajenos a él y su fachada perversa. Como si por no verlo, no tuviera que hacerse responsable.
Taehyung reprimió el bufido que casi emanó, mirando la mano sobre su regazo. Era un atrevido, ajeno al pudor. ¿Qué pretendía? ¿Quería ganarse un problema si los veían?
Jungkook debía estar escuchando sus quejas mentales, porque apretó de nuevo en la cara interior de su muslo, abusando de su sensibilidad, logrando que Taehyung chupara un respingo. Idiota, masculló en su enojo. Incluso sabía dónde tocarle para hacerlo estremecer. ¿Qué no era consciente de que podían verlos?
Taehyung dirigió entonces su mano hasta la ajena y la apartó sin mucha amabilidad, de nuevo.
Jungkook sonrió adorablemente, divertido, el culo fastidioso. Su mano viajó silenciosamente hacia su nuca, para tomarla y frotarla. Ese era otro mensaje. «Te he dicho que estés quieto.»
El castaño se mordió ambos labios, sintiendo la provocación de aquel toque imponente. «¿Cuándo me he quedado quieto porque tú lo pidas?» quiso gruñirle. La mano ajena descansó de nuevo en su regazo, solo que aquella vez sin rodeos, justo encima de su miembro. Maldición, ¿Qué no podía al menos rechistar? gruñó bajito. ¿Qué podía decir en ese momento que no levantara alguna sospecha?
Las caricias previas dieron vueltas sobre su intimidad, dibujando un contorno. Taehyung desvió la vista al conductor, frenando jadeos, no logrando detener el nerviosismo que le atacó, por más oscuro que estuviera el cubículo adentro.
Las caricias entonces se hicieron más fuertes, para su pesar, u otra cosa. Taehyung cerró y apretó los ojos, sintiendo todo el cansancio que tenía del trabajo luchar con el flamante libido que comenzaba a prenderse fuego en su vientre, y perder, cuando se dio cuenta de que había dejado de intentar detenerlo. Mordisqueó con más fuerza su labio. ¿A qué cosas se sometía estando con ese hombre? ¿Con cuántos fetiches iba a atacarlo? ¿Ahora quería meterlo en el exhibicionismo?
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Control «KookTae» ©
FanfictionEn medio de la preponderancia y el saudade, Jeon Jungkook y Kim Taehyung se conocen. Si el dicho dice que los opuestos se atraen, en definitiva no aplica con ellos, y trae, como consecuencia, un enfrentamiento que sin fundamento los involucrará en u...