Epílogo

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—¿Por qué mierda hiciste eso?

Cuando Kim Taehyung sintió a su esposo irrumpir así en su estudio dejando caer las llaves del auto sobre una de las mesas sin una pizca de amabilidad, sólo se incorporó, con las manos y su delantal lleno de pintura, y se cruzó de brazos mirándolo fijo. Él era el amor de su vida, sí. Tenía suerte de poder decirlo. Pero a veces era el insoportable amor de su vida.

Tal como ese día.

Se preparó entonces, para enfrentarlo.

—¿Qué hice ahora, Jungkook?

El hombre pelinegro, vestido todo de negro resaltando gracias a su chaqueta de cuero, miró a su esposo de cinco años con real enfado. Su mandíbula, apretada y temblorosa, se las arregló para relajarse un poco y dejarle abrir la boca para hablar.

—¡Dejaste que se fuera sola! ¿No te pedí que la acompañaras? —alegó. Y entonces Taehyung supo por fin a lo que se refería. Respiró profundo. ¿En serio?

Era que su suegra, Jeon Sa Rang, había venido de visita aquel día a Namsan. Todo había salido bien. Jungkook se había ido un poco más temprano por una reunión del trabajo, pero ni siquieea eso les había perturbado. Taehyung se llevaba bien con la mujer.

Pero tal parecía que, después de eso, no había sido suficiente de parte de Taehyung el acompañarla a tomar un taxi que la llevara a la estación de trenes para que volviera a casa. Sabía sólo Dios qué había de malo en eso.

Su ceño, inevitablemente se frunció. ¿Era por eso que Jungkook estaba tan enojado? ¿De verdad?

—La acompañé. Claro que la acompañé. —exclamó, dejando su expresión seria. —¿A caso ella se molestó?

Jungkook exhaló con fuerza.

—No. Ella no se molestó. —aclaró. —¡Pero debiste acompañarla hasta la estación de tren! ¿Por qué la dejaste sola en el taxi?

El castaño suspiró a sus adentros, acumulando en sí su paciencia para no perderla. Lidiar con Jungkook cuando eataba enojado —cuando su cabeza se cerraba en una sola idea— siempre era difícil.

—Pensé que estaba bien. Y, bueno, ¡sigo pensándolo! —dijo, en su defensa. —¿Cuál es el problema con que la haya dejado en el taxi? Pedí uno especialmente para ella. ¿Qué hay de malo en todo esto?

Jungkook lo miró como si hubiera dicho algo completamente infantil.

Y la ceja de Taehyung sólo pudo enarcarse. Joder.

—¡Que ella no se hace más joven, Kim! —y allí estaba él, llamándolo por su apellido. ¿Tan enojado estaba? Bien. Que se llamaran por sus apellidos entonces. —No podemos solo dejarla sola cuando viene, ¡mucho menos cuando Dong Yul no está! ¡Tú siempre me hiciste llevar a tu padre hasta su casa! ¡Pensé que lo entenderías!

—Pero. —espetó Taehyung, ahora molestándose también. —Mi padre vive a veinte minutos de aquí, sabes. Tu madre vive a horas, por elección suya, porque no quiso mudarse a Seúl. ¿Querías que la llevara hasta su casa, también? ¡No puedo dejar la galería en el día, lo sabes! Además, el auto lo tienes tú. Yo no puedo-

—No puedes porque no has aprendido a manejar. Ese es el único impedimento. —interrumpió Jungkook. —¡Y jamás dije nada sobre llevarla a casa! ¿Te cuesta tanto dejar tu galería por una hora mientras la llevas hasta la estación y te cercioras de que tome el tren correcto?

Taehyung apretó los dientes.

—¿Qué a caso es una niña pequeña que se perderá en la estación? —protestó, alzando un poco más su voz. —No subestimes a tu madre. ¡Y si no he aprendido a manejar, es porque no quiero! Es peligroso.

Control «KookTae» ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora