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Había sido prácticamente imposible no contemplar la idea a partir de aquella noche.

Asintió con la cabeza, tomando nota de las modificaciones que uno de los autores de su edirorial quería hacerle a portada de su libro. Sintió el inicio de una jaqueca irradiar en su frente.

No había podido evitar que aquella posibilidad se instalara en su mente.

Escribió un par de notas en su libreta y siguió escuchando. O intentando escuchar. Sus pensamientos se estaban poniendo ruidosos.

Su concentración duró menos de cinco segundos.

Estaba loco. ¿Ir? ¿Cómo podía pensar en algo así?

Apoyó los codos en la mesita de ese café en el que estaban conversando y volvió a asentir con la cabeza, haciendo como que entendía de lo que hablaban.

¿Cómo pensar en ir a ver a Taehyung?

Reprimió un suspiro.

¿Qué clase de instinto suicida era aquel?

Aportó un par de comentarios casi vacíos a la reunión, con su subordinada Yu Jing al lado, que continuó hablando con el autor frente a ambos. Ambos bebiendo cafés helados, a excepción de Jungkook: que sólo bebía agua.

Era una mala idea. Por donde fuera que lo viera.

Bajó la mirada hasta sus piernas.

Porque una vez que fuera, ¿qué haría?

Porque exactamente, ¿para qué quería verlo?

Mordió con fuerza su lengua cuando su cabeza mandó una respuesta inmediata. En su pecho se agitó la vergüenza.

Y la decepción por sí mismo.

Sólo quiero verlo.

Sacudió de forma brusca la cabeza, sintiendo en su estómago fabricarse una burbuja de enojo.

No. No. No.

Era tonto.

Todo esto era una tontería.

Había pasado mucho tiempo. Lo había olvidado. Taehyung a él, seguramente.

Ellos se habían despedido, de alguna forma. Ellos no habían quedado en buenas condiciones.

Ambos se habían lastimado, lo sabía.

Así que un reencuentro, por mucho que delirara al respecto, no sería agradable. No sería como quien se encuentra a un viejo amigo. Una vez allí no se sentarían a hablar del pasado. No sería ameno.

Era una mala, muy mala idea. Sólo tenía que convencerse de eso para dejar de pensarlo (añorarlo).

Y callar así todas las corrientes de su cabeza que estaban ahora curiosas por Taehyung.

Curiosas por cómo había resultado su vida, dónde vivía, qué había cambiado, qué hacía, cómo estaría Frida, y si sería feliz.

Realmente... quería saberlo.

Pero no tenía razones para ir. No tenía ninguna lógica.

No valía pena.

Pero...

¿Qué?

Pero quizás...

¿Pero quizás?

Quizás era... ¿una oportunidad?

Reprimió un suspiro, con las palabras de su terapeuta martillándole la cabeza casi de un golpe. Las mismas palabras que había dicho tantas veces al pasar de las terapias. Las mismas que, en un intento forzoso de evadirlas, florecían ahora teniendo en cuenta las circunstancias.

Control «KookTae» ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora