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Taehyung abrió lentamente su boca y dejó salir el aire de forma entrecortada, de repente demasiado de lo que había dicho y de lo cerca que estaba Jungkook.

Ese pequeño lapso de racionalidad lo hizo safarse de sus brazos de golpe. Jungkook quedó con los brazos en el aire mientras él retrocedía, con el ceño fruncido.

«Entonces cállame.»

¿Qué había sido eso?

Era prácticamente... una invitación.

Tragó saliva, intentando apartar la vista de la mirada turbia de Jungkook, el cual, ahora un poco más molesto de antes —ahora por su lejanía—. presionaba su lengua contra su mejilla con impaciencia.

—¿Qué... estamos haciendo? —musitó, casi tan bajo como para sí mismo.

Aquella cosa intangible entre ambos se volvió cada vez más pesada y calurosa. La lluvia se desató de nuevo fuera, con más fuerza que antes.

Jungkook inhaló hondo, intentando controlarse. El haber tenido a Taehyung de nuevo tan cerca, despertando aquél "no sé qué" que había estado haciéndolo perder la cabeza, había evaporado ahora la mayoría de su autocontrol en el aire. Aunque intentara pensar con cordura, parecía que la única necesidad del momento era lanzarse hacia el castaño y besarlo hasta que retirara las feas palabras que le había dicho.

Pero, ¿por qué se alejaba ahora?

Intentar controlarse no funcionó. Como un depredador controlado por la rabia que tenía dentro, centró su mirada en Taehyung, alzó su mentón con superioridad, y caminó lentamente hacia él.

La expresión de sorpresa e intimidación que le dio le hizo sonreír de lado. Nada más que con malicia y diversión.

—O-Oye... espera... —pidió, casi en un hilo de voz ligeramente más agudo. Jungkook pareció no escucharle. La cabeza enredada de Taehyung se esforzaba en pensar con claridad, pero su cuerpo comenzaba a sentirse demasiado tenso, acalorado y cohibido.

Jungkook, por su lado, efectivamente no había escuchado nada. Su creciente deseo había nublado sus sentidos casi por completo, y parecía actuar ahora a puro instinto. Los ojos del chico se abrieron con amplitud, y sus mejillas comenzaron a teñirse de carmesí.

Lo que hizo que el corazón de Jungkook diera un brinco en su cavidad. Casi con felicidad.

Porque le gustaba ver que al menos había algo en lo que podía jugar con Taehyung. El chico, aunque seguía retrocediendo a la par de él y había derrumbado sin querer alguna que otra cosa en el camino, tenía un semblante de inseguridad que solo hacia querer al pelinegro acercarse más y aprovecharse de eso.

Porque entonces así podría asumir la posición de control que había estado añorando tanto últimamente. Lograría callar su insolente boca, y hacerle pagar por todo lo que le había hecho. Una rápida imagen del chico con los ojos vidriosos, rogándole por no detenerse y tocarlo le provocó una oleada de calor en la columna.

—¿Por qué estás huyendo, gatito asustadizo? ―dijo, gruñendo, sin dejar de acercarse o sonreír―. ¿No balbuceabas con tanta seguridad hace unos segundos?

La espalda de Taehyung entonces chocó con el muro. Quiso maldecirle, o correr hacia una dirección diferente, pero su cuerpo no se movió. La mirada de Jungkook era tan intensa, que casi la sentía arder en la piel y le impedía moverse o hablar. La sombra que dejaba su cabello en sus ojos le daba un toque tétrico y malvado.

Lo quería lejos. Pero también condenadamente cerca.

Maldición, ¿qué es lo que había mal con él? ¿Por qué parecía en un jodido dilema moral cada vez que estaba cerca a ese hombre?

Control «KookTae» ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora