Después de escabullirse pendiente de que nadie saliera de la puerta de enfrente, Kim Taehyung se adentró en el apartamento de su difunto novio en la tarde con todo un kit de limpieza.
O lo que él consideraba un kit de limpieza, claro.
Había pedido permiso en el café, y había logrado salir más temprano.
Encendió la luz, e ignoró el latir ansioso de su pecho y fue a abrir las ventanas. Las motas de polvo eran aún perceptibles en el aire aunque fuera de noche.
Se esforzó por ser fuerte, y reprimir todos sus sentimientos —que después de tanto tiempo, ¿Por qué no se iban?—. y tomó la escoba, y todo los paños húmedos del paquete que había traído y se dispuso a limpiar.
Luego de dos horas de arduo trabajo, el lugar comenzó a verse mejor. Casi podía decir que con las pocas cosas que aún habían parecía ligeramente hogareño. Limpiar los cuadros y las decoraciones que el mismo Seokjin había hecho le había proporcionado aquel viejo color al ambiente que aún podía recordar. Había puesto música luego de que su cabeza comenzara a reproducir recuerdos, y aunque tuviera ganas de llorar, aún podía controlarse. Odiaba que aún fuera inevitable sentirse tan triste e impotente, pero... ¿Qué podría hacer, igualmente? Ya no podía hablar. Era tonto volver a comenzar con todo eso, si nadie estaba dispuesto a escucharle. Quizá eran sus tontas convicciones, quizá simplemente, en su cabeza nunca cabría la idea de que Seokjin se suicidara.
Quizá tenía que dejar de correr en círculos. Pero era más difícil hacerlo que decirlo. Intentaba convencerse a sí mismo de que estar allí le ayudaría a sanar, pero aún pensar en volver a la universidad lo aterraba, y solo con permanecer en aquel lugar sus ojos ardían por retener las lágrimas. No quería sentirse tonto. No quería ponerse otro peso en los hombros.
Pero cada vez era más difícil evitar que todas aquellas situaciones se le fueran encima. Porque, ¿Qué sería de él si se dedicara a trabajar en el café el resto de su vida? No era como si le disgustara su trabajo, pero se veía bastante miserable si permanecía así. Además, aún tenía cosas que quería hacer.
Aún tenía sueños.
Estornudó al dejar algunas pequeñas figuras de porcelana que acababa de desempolvar en una estantería de la habitación de Seokjin. Pensó que sería más difícil entrar, pero al verla tan vacía, fue más fácil alejar los recuerdos. La cama permanecía solo con tablas ya que el colchón no estaba, las antiguas mesas de noche, y el baúl que el hombre mantenía que con materiales de escultura tampoco estaban. Solo parecía una habitación vacía como cualquier otra.
Tomó un pequeño porta-retrato sin fijarse mucho mientras tarareaba la canción que su móvil reproducía. Y aunque trató de no inmutarse al darse cuenta de el contenido de la fotografía cuando le quitó la densa capa de polvo del cristal, una gran oleada de emociones le revolvieron el estómago.
Sí, la fotografía mostraba a dos sonrientes hombres tomados de la mano a la salida de un parque de diversiones. Sus manos temblaron observando su propia sonrisa —pura y genuina—. junto a un serio pero alegre Seokjin.
Se enfadó cuando sus ojos no soportaron las lágrimas y las dejó salir. Se levantó, sin soltar el porta-retrato, y salió de la habitación con pasos pesados. Metió el objeto en una bolsa de tela que yacía llena de otras pequeñas esculturas y recuerdos, la cerró, y comenzó a recoger sus cosas.
Era un jodido sensible. Se odió por la manera en la que era. Con la frecuencia con que lloraba últimamente, las actrices de los dramas sentirían envidia. Taehyung era prácticamente una maldita magdalena.
Había limpiado la mayoría del lugar, y aunque no planeaba dejarlo sin terminar, sus sentimientos parecían a punto de desbordarse y tenía que salir de allí rápido.
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Control «KookTae» ©
FanfictionEn medio de la preponderancia y el saudade, Jeon Jungkook y Kim Taehyung se conocen. Si el dicho dice que los opuestos se atraen, en definitiva no aplica con ellos, y trae, como consecuencia, un enfrentamiento que sin fundamento los involucrará en u...