Capítulo 53 "¡En el futuro!"

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Capítulo 53 "¡En el futuro!"

El rostro de Oriana se oscureció. Ella apretó sus dientes, lanzando una sonrisa auto-despreciativa, dijo: "¿Y qué? Puede que no tenga la suficiente fuerza en este momento, pero cuando los encuentre, ¡Ya tendré la fuerza suficiente para matarlo o matarlos!"

Alan se rió con fuerza, cuando dijo: "¿De enserio? ¡Sigues bromeando! No sabes incluso si fue una o varias personas. Si fueron varias, podría no ser tan grave, ya que su fuerza podría estar igualada a la de tu clan y no necesariamente sería difícil alcanzar dicha fuerza en un futuro. Pero... ¿Si es una persona la que los aniquiló? Si es así, ¡La fuerza de esa persona debe ser increíble! Tal vez, no puedas llegar a ese nivel de fuerza en toda tu vida" Dejó de reír cuando terminó de hablar. Con un rostro tranquilo, continuó: "Ahora, ¿Entiendes tu tonto deseo de venganza? ¡Es imposible!"

El rostro de Oriana se fue haciendo cada vez más inexpresivo a medida que escuchaba las palabras del Segundo Joven Maestro. Para cuando el Segundo Joven Maestro finalizó de hablar, su rostro ya era completamente inexpresivo. Ella habló, con una voz imperturbable: "Con esas palabras, ¿Crees que me echaré hacia atrás con mi venganza? Más bien, ¡Eso es lo imposible!" Sus ojos se volvieron fríos, cuando sentenció: "¡Deja de soñar!"

Alan se recostó contra la pared con un rostro igual de inexpresivo, diciendo: "Bueno, al menos tu voluntad no es débil y tu deseo de venganza tampoco es frágil. Supongo que es un comienzo" Suspiró, intentando pensar en cómo diablos fue que llegó a esta situación.

Ella se mantuvo inexpresiva cuando preguntó: "Entonces, ¿Me ayudaras con mi venganza?" Aunque ella pregunto esto, ya sabía la respuesta claramente. Si el Segundo Joven Maestro no quería morir, debería ayudarla por si no podía manejar a los asesinos de su clan.

Dando una sonrisa indefensa, Alan habló: "Pequeña mocosa, ¿Eso es una pregunta siquiera? ¡Obviamente te tengo que ayudar si quiero conservar mi vida! ¡Maldita sea! Esa pregunta solo hace que me den más ganas de matarte..." Alan estaba furioso por la tonta e innecesaria pregunta de esta chica. Pero aunque estaba furioso, no podía hacer nada más que levantarse y darle un pequeño golpe en la cabeza a la chica.

Ella dejó escapar un gruñido sin poder hacer nada, ya que aún faltaba un minuto y medio para que terminase de curarse completamente. Con un rostro agraviado, dijo: "¿Qué haces? ¡¿Quieres morir!?"

"¡Maldita idiota! ¡Si me muero, tu mueres!" Alan no pudo evitar gritar con una lamentable voz. Realmente, como diablos había llegado a esta desastrosa situación...

...

En el mismo momento en que Alan y Oriana estaban teniendo esta conversación, en la entrada norte de la Ciudad Santa.

En esta entrada norte, aunque era de noche, había bastantes guardias. Muchos más de lo normal. Y si se veía las otras entradas, sur, oeste y este, no habría ni siquiera una pequeña parte de los más de doscientos guardias que había aquí.

Cada uno de estos guardias era la élite de la élite. No había ni uno que estuviese por debajo del Reino Carnal. El más fuerte era sorprendente alguien a la par de los grandes jefes de familias, un Experto en el Reino Carnal. Esta persona era un anciano de pelo blanco muy largo, llegando hasta su cintura. Sus ojos azules dejarían hipnotizados a muchas personas. Pero lo verdaderamente asombroso sobre la apariencia de este anciano entre los setenta años era que no tenía ni una sola arruga en su cara; En cambio, exudaba un aura de vitalidad comparada a los jóvenes de las familias nobles. Era verdaderamente extraño de ver. Era un anciano, pero a la vez, mucha gente confundiría su vitalidad con la de un joven. Y este anciano, ¡Era el Jefe Principal de los Guardias Imperiales, Alfredo!

Ahora mismo, este hombre de gran estatus estaba esperando en la entrada norte. Su rostro era oscuro, muy oscuro. Usualmente, este anciano era agradable y jovial, siempre energético como un joven. Pero ahora, se le veía encorvado y con un rostro horrible, bastante similar a ancianos normales en situaciones complicadas.

No muy lejos de la puerta norte, de repente se empezaron a escuchar sonidos de caballos pisando la tierra. El rostro de Alfredo se volvió cada vez más oscuro. Al final, cuando los caballos se empezaron a ver en la lejanía, habló: "¡Quiero que se le informe de inmediato a Su Majestad que ya están llegando!" Su voz era normal, pero daba una profundidad que fue escuchada por todos los guardias en la puerta norte.

De inmediato, se escuchó un fuerte 'si'. Luego de eso, vino un viento que demostraba que alguien se movió a una velocidad increíblemente rápida. Esa persona pronto desapareció, dirigiéndose hacia el Palacio Imperial, donde se encontraba el Emperador.

...

El carruaje que estaba siendo llevado por los caballos era dorado. Si uno lo miraba fijamente por mucho tiempo, tendrían, por alguna razón, sus ojos dañados. No obstante, si alguien era lo suficientemente fuerte, esta clase de trucos no le podría dañar.

Dentro del carruaje, solo se hallaban dos personas, una joven y un anciano. La joven era una belleza a la altura de la Segunda Princesa de la Familia Imperial. Tenía un pelo rojo sangre. Sus ojos también eran de color rojo, al igual que sus ropas, que mostraban perfectamente sus curvas. La Segunda Princesa, aunque era arrogante, podría ser amable. Pero esta dama aquí, tenía una expresión completamente helada y fría en su rostro.

El anciano a su lado era un contraste completamente diferente, teniendo ropa completamente blanca al igual que su pelo. No solo eso, su expresión era la de un anciano amable y sincero. Pero si Alan estuviese aquí, podría decir de inmediato que este viejo era de todo menos amable. Por los ojos celestes de este anciano pasó un destello, cuando dijo: "Estamos por llegar, Joven Señorita" Una sonrisa tranquila cubría su cara.

La 'Joven Señorita' hizo una mueca como de desprecio al hablar: "¿Por qué tenemos que venir aquí? ¡Tan solo deberíamos iniciar una guerra contra estos idiotas! Tenemos todas las posibilidades para ganar. Ni siquiera la joven generación del Continente Santo se puede comparar a la de nuestro continente. ¡Encuentro absurda esta Asamblea de Paz!" Su voz era fría, al igual que su rostro.

El anciano aún tenía una expresión de amabilidad en su rostro cuando se acarició la barba, diciendo: "Joven Señorita, esas palabras prueban lo joven e inmadura que aún es. Si iniciásemos una guerra contra estas personas, es verdad que las probabilidades de ganar están más de nuestro lado. No obstante, ¡Las pérdidas que tendríamos en la guerra no serían menores! Si ocurriese una guerra como la de hace diez años..." El rostro del anciano se oscureció por primera vez en la conversación, pero pronto volvió a tener una sonrisa tranquila: "Entonces no valdría la pena luchar en una guerra sin sentido"

Los ojos de la joven miraron fijamente al anciano cuando dijo: "¿De verdad la consideras sin sentido? Si pudiésemos ganar la guerra, ¡Todo este continente nos pertenecería a nosotros! ¿Cómo se podría considerar sin sentido?" Si el Segundo Joven Maestro de la Familia Blay escuchase a esta dama, ¡Definitivamente se reiría! Puede ser que la joven generación del Continente Diablo fuese más débil en fuerza que la joven generación del Continente Diablo, ¡Pero definitivamente la joven generación del Continente Santo superaba en inteligencia a la joven generación del Continente Diablo!

El anciano se rió ligeramente al decir: "Pequeña, ¿Solo entrenas tu fuerza y no tu cerebro? Te diré una cosa; ¿De que serviría un continente vacío? Cuando termine la guerra, si ganamos, está bien. Pero incluso si ganamos, ¡Nadie podrá administrar este continente a corto plazo! Las ganancias son demasiadas pocas en comparación con las perdidas. Por esta razón, no debemos ir a una guerra con el Continente Santo a no ser que no quede otra opción. No obstante..." El anciano estaba por terminar de hablar cuando el carruaje se detuvo. Luego de un momento, dijo: "Ya llegamos"

La dama asintió, y estaba por bajar, cuando de repente escuchó la voz del anciano detrás de ella: "Como iba diciendo. Puede que ahora no debamos luchar contra el Continente Santo. No obstante, ¡En un futuro, cuando sepamos que se puedan minimizar los riesgos al máximo, la guerra entre nuestro continente y el Continente Santo definitivamente estallará!" Una risa espeluznante se escapó de la boca del anciano, y su voz era fría y horrible, en contraste a su rostro amable.

Los ojos de la dama brillaron, y ella también dejó escapar una sonrisa fría. Dio un paso, y bajo del carruaje. Atrás de ella, el anciano de rostro amable también salió, dando una mirada de amabilidad a la Ciudad Santa. Pero los expertos en el engaño podrían decir de inmediato que esa mirada estaba llena de desprecio y hostilidad.

Ascensión del Segundo Joven Maestro Sin IgualDonde viven las historias. Descúbrelo ahora