026 | Una chica de pueblo

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UNA CHICA DE PUEBLO

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UNA CHICA DE PUEBLO

Esa misma noche, en pijama y con el estomago raro, compuso una canción simplemente diferente. No era de amor, tampoco sobre la fama o de amistad, solo era de ella, quien es y todo que le significó ser ella en algún momento.

Puede ser un poco preocupante, pero no lo iba a pensar mucho. My world era una pequeña parte de su historia que compartiría con sus fans, ellos lo valían. Ya afinaría los detalles al volver a LA.

Se durmió pensando en lo feliz que se sentía, cada vez faltaba poco para que las canciones del álbum estuvieran listas.

En algún momento de la madrugada, su teléfono sonó y gracias a su sueño ligero, despertó inmediatamente.

Era un llamada de Liam.

¿Te desperté, verdad? —se oía preocupado, Alexis no se demoró mucho para responder, aunque eso debió tratarse de su estado somnoliento.

—Solo un poco —murmuró con la voz ronca —. Descuida, ¿Estás bien? —volvió a recostarse en su cama y cerró los ojos.

Si, quería escuchar tu voz —nuevamente sonrojaba a Alexis con sus dulces palabras —y quería decirte que te extraño demasiado.

—Oh, Li, sabes que nos veremos pronto, el veintisiete estaré en Londres, ¿Recuerdas? —él hizo un sonido de afirmación y ella siguió —También me haces falta, siento que hace años no nos vemos.

No ha pasado ni un mes —dice él.

—Ayer pasó algo increíble —comentó alegremente, animando a Liam a preguntar.

¿Qué pasó? —se escuchaba interesado.

—En el show del pueblo, el alcalde me llamó para cantar, —dijo Alexis y Liam no necesitó de ninguna cámara para saber que estaba contenta —unos tipos me cargaron y ya estaba en el escenario cantando We'll be the stars.

Me gusta esa canción —añadió Liam, sonriendo también pese a que ella no lo veía —. Me alegra que la hayas pasado bien, me habría gustado estar ahí para verte.

—Pero me verás, —volvió a hablar emocionada —mamá grabó todo y te pasaré el video solo al colgar.

Entonces tendré que esperar, porque no quiero colgar pronto —advirtió cariñosamente el chico castaño —, a menos que tengas sueño.

—Estoy bien, cuéntame de tu día —ambos se sonrieron aunque sabían que el otro no los veía.

Si había algo que le gustaba a Alexis era hornear, solía hacerlo mucho cuando aun vivía en Medford, siempre repartía sus deliciosos brownies o pastelillos a sus compañeros de escuela o vecinos.

No hizo la gran cosa, solo unos simples muffins de vainilla con chispas de chocolate, tampoco fueron muchos, únicamente una docena para su familia.

Entre sus planes no estaba recorrer la ciudad para reencontrarse con viejos conocidos, no planeaba quedarse por mucho tiempo así que si lo hacía sería molesto al llegar el momento de irse. Pero su mamá no pensaba lo mismo, la tarde de su tercer día en casa apareció con la noticia de que Tina la había invitado a una reunión en su casa, como eran vecinas, no tendría que caminar mucho, o conducir.

¡Hasta el cerebro se confundía! En Medford era normal que las personas prefirieran caminar por las pacificas calles o al menos montar bicicleta, algo que en California sería impensable.

Y allí estaba ella, sosteniendo en una bandeja los muffins que horneó y que su madre le había servido para llevar.

—¡Llegaste! —Megan la abrazó sobre los hombros y la adentró, todos estaban ahí.

Los amigos de toda la vida, que seguían siendo los mismos. Entonces un flashback le llegó, se veía a sí misma, un par de años menor, en una escena parecida, lo único diferente eran las cervezas que sostenían Will, Asher y Jacob.

—Trajo muffins —celebró Asher levantando los brazos, dejando su cerveza a un lado y tomando uno de la bandeja, le dio un gran mordisco —, están tan buenos como los recuerdo.

—Creí que no volvería a probar uno de esos —dijo Tina tomando uno, mordiéndolo al instante.

—¿Quieres? —Riley le mostró una botella personal de cerveza que negó —¿Esto? —alzó un vaso con lo que parecía jugo de piña, lo que si aceptó —Pensé que las celebridades sabían beber.

Todos voltearon a verla, como paralizados de que haya tocado el tema. Miraron a Alexis esperando su reacción.

—No todos, es cierto que a la mayoría les gusta festejar, pero prefieren el champagne o el vino —respondió sonriendo amablemente, aunque por dentro le daba risa las expresiones de sus viejos amigos.

—¿De verdad conoces a Justin Bieber? —preguntó Megan saltando de la emoción, animada por la tranquilidad de Alexis al tratar el asunto.

—Si, es una buena persona —no dijo más, y esperó unos segundos a que alguien más indagara, pero cuando no lo hicieron, dijo —¿Veremos una película o qué?

El cuarto día de su estancia en el pueblo escribió una canción más. Mobile. Era autentica y tenía cierta similitud con la anterior. Pero quería que la melodía sea diferente.

Evitó salir de su casa casi todo el tiempo. Desde su improvisación en el picnic las personas parecía más ansiosas por buscarla y sacarle fotos. No era un gran problema en realidad, sin embargo, dejó de ser cómodo cuando interrumpieron su juego de futbol soccer con sus hermanos.

No vio al grupo otra vez, solo se dedicó a estar en casa y compartir con su familia. De alguna forma se sintió como un cierre, algo que había dejado inconcluso y ahora por fin le había dado un fin.

Muchos la criticarían por haber olvidado a sus amigos antes de la fama mas ella no lo veía así. En su opinión, todo era etapas. Alguna vez fue una chica de Medford que veía el mundo en su pueblo y disfrutaba con sus amigos de siempre, una vida rutinaria y donde los días se parecían.

Ahora no era así.  Ella conocía el mundo, había estado en muchos lugares, conoció a tanta gente diferente con formas de ver el mundo muy amplias, era complicado verse a ella misma haciendo lo mismo que disfrutaba hacer a los doce años.

Para Alexis su mundo eran las cámaras, su loft en California y el auto de lujo que casi no conducía. Su mejor amiga era extremadamente glamurosa y gritaba por todos lados celebridad, su mejor amigo era un guitarrista de veinte años que había tocado para cantantes importantísimos, su novio era un artista en ascenso que pronto llegaría a lo alto. 

A veces estaba y otras veces dormía en un asiento de avión, incluso olvidaba que suelo pisaba.

Esa era su vida. Ya no se reunía cada fin de semana para ver películas en casa de Tina Andrews, su vecina, y comía pizza con las personas que conocía desde que nació.

Y eso estaba bien, ellos lo entendieron. No se enojaron cuando se despidió sin prometer verlos pronto, la recibieron con los brazos abiertos y la despidieron con cálidos abrazos. Ellos también sabían que no volverían a ser los mismos de antes, no porque estuviera de visita mágicamente retrocederían en el tiempo. Lo importante era que sabían que podían contar con ella si alguna vez la necesitaban.

Sin darse cuenta, ya estaba en un avión de vuelta a California. Ahí, pensando en su viejo hogar lleno de personas que solían formar parte importante de su vida, empezó a murmurar frases al azar mientras a su cabeza veían pequeñas melodías sin orden. Anything but ordinary, así la llamó tiempo después.

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