073 | De malo a peor

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DE MALO A PEOR

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DE MALO A PEOR

Nada estaba bien.

Desde el momento en que dejó su departamento sabiendo que los chicos se irían comenzó a tener jaqueca. En el auto, Ben la sorprendió con la noticia de que irían a verificar los vestuarios de los premios para asegurarse de no perder algún detalle.

En los vestidores, mientras modelaba la primera prenda, se sintió incómoda por todas las miradas que le daban. Por alguna razón ahí estaba esa mujer de su directiva, quien decidió decir algo completamente estúpido.

—¿Subiste de peso? —la pregunta le cayó como un balde de agua fría.

Por fuera solo sonrió pretendiendo aceptar eso como una broma, pero por dentro se sintió humillada y asqueada, no con ella, sino de sí misma, porque sabía que estos días con Liam y Niall había comido más de lo que se permitía, así que era un posibilidad.

De vuelta en la camioneta peleó con Ben por absolutamente todo, solo porque no estaba de humor para seguir soportando a las personas estúpidas y sus hirientes comentarios.

Fue un mal día de ensayos, porque tropezó con un bailarín y se dobló el pie, cosa que alertó a todos y la enviaron con el médico para asegurarse de que todo estuviera bien con ella. Antes de que el hombre le hiciera preguntas sobre sus manos amarillentas, se fue de ahí.

Consiguió que la dejaran irse antes y Tyler la recogió para llevarla a casa. No eran ni las tres de la tarde. No tuvo tiempo de desayunar y tampoco almorzó, porque la mirada de esa mujer no dejaba su cabeza.

En medio del tráfico, escuchando a Charlie Puth en la radio, solo algo se rompió.

El primer sollozo vino con fuerza, captando la atención de su guardaespaldas inmediatamente.

Para Tyler, esto era algo a lo que estaba acostumbrado, su joven artista solía perder el control de sus emociones todo el tiempo, pero eso no pasaba desde hace casi exactamente un año, entonces él apartaba la mirada y subía la ventanilla que dividía el espacio para darle privacidad a la muchacha. Solo que no importaba cuanto subiera el volumen de la música, siempre podría escuchar el desgarrador llanto de esa chica de apenas veinte años que tenía la misma edad que su sobrina. Entonces Tyler perdería la sonrisa amable y la cambiaría por una mueca, porque él sabía mejor que muchos la forma en que Alexis había dado todo por su sueño y aquellos que le prometieron el cielo y las estrellas fueron quienes cerraron la celda que la encarcelaba. Había que tener acero en el corazón para no conmoverse con el dolor de una chica, casi una niña.

Alexis lloró todo lo que el camino le permitió, sintiéndose una tonta por haber vuelto a la misma situación que creyó que había dejado atrás.

—Que imbécil —se insultó, porque así sentía.

Tyler entró al estacionamiento del edificio porque no quería arriesgarse a que le tomaran fotos a Alexis en ese estado. La dejó sin palabras de despedida, muy bien sabía que en momentos como ese lo que más apreciaba era la soledad.

Entró a su departamento solo para tomar un ducha, se quitó todo el maquillaje que le tapaba las ojeras y el que le daba color a su rostro. Se puso unos jeans y zapatillas del mismo color negro, usó una polera blanca y ató su cabello en una cola de caballo alta.

Cogió su cartera Louis Vuitton y ahí guardó su billetera, licencia, identificación y su bolsa de maquillaje solo por costumbre. En el ascensor se colocó la capucha. Una primera lágrima se derramó por su mejilla mientras abría la puerta de su auto.

Si Alexis recordaba bien, la última vez que condujo su auto mientras lloraba fue cuando volvió del descanso de su gira el año pasado, cuando estaba tan perdida y rota que no sabía que todo mejoraría eventualmente. Creyó que eso quedaba atrás, excepto que cuando tapas un hueco con alguna hermosa pintura no te deshaces de eso, se mantiene ahí, haciéndose más grande.

Solo condujo sin rumbo para dejarlo salir, se detuvo en una gasolinera donde dejó el auto con un encargado de ahí y entró al mini market, compró dos botellas de agua fría y salió con prisa, casi podía asegurar que una niña la reconoció.

Volvió a su casa cerca de las ocho de la noche, un poco menos deprimida que cuando se fue. Trajo una manta de su armario y se recostó en el sofá.

Ahí recibió un mensaje de Miranda Kerr, la misma modelo estaba interesada en salir con ella y su amiga, Adriana Lima, estaban de visita en LA y querían divertirse. Conoció a Miranda en un after party y desde entonces tienen una amistad telefónica muy activa, pero no quería pensar en eso ahora.

Su rostro estaba hinchado y aún sentía las lágrimas secas en sus mejillas, pero sonrió cuando la llamada de Liam entró a su celular.

¿Es buen momento para ti? —le dijo, su voz sonaba un poco cansada, debía estarlo, realmente era tarde en Londres.

—Siempre —respondió, sin embargo, no contó con que su voz este raspada por el poco uso las últimas horas.

¿Estás bien?

—Te extraño mucho —su voz se rompió, solo volvió a llorar de repente —, te necesito conmigo y no sé que hacer ahora.

¿Alex, qué pasó? —por el sonido de fondo del otro lado, notó que no estaba solo. Liam estaba preocupado.

—Me haces mucha falta, Liam, quisiera que estuvieras aquí —siguió lamentándose, no tenía ganas de preocuparse por todo.

Dime qué pasó, por favor —se oía casi tan mal como ella.

—Lo siento, yo no sé que me pasa —negó, porque no tenía la menor idea de qué hacer para no preocuparlo.

No, por favor, dime lo que sucede —insistió.

—Tuve un mal día, disculpa, no puedo hablar ahora —cortó rápidamente, para no darle oportunidad de responder, porque sabía que él seguiría insistiendo con el tema.

Su día había sido una basura y eso rompió su armadura, quebró su equilibrio y la hizo perder la compostura. 

Y ni hablemos de las terribles juntas con su gerencia, siempre tratándola de estúpida y que no sabía donde estaba parada.

Know you think I'm stupid
Say you know more than I do
But what you'll never understand

Ni siquiera supo de donde vino eso, pero algo le dijo que lo escribiera.

—¿Qué harías si me voy y no vuelvo? —sus palabras las fue escribiendo en su diario de canciones —Oh, espero que te destruya, si te devolviera todo el dolor que me hiciste pasar, ¿Qué harías? —terminó su verso.

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