056 | Mi buen amigo Zayn

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MI BUEN AMIGO ZAYN

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MI BUEN AMIGO ZAYN

De entre los chicos que conformaban One Direction definitivamente con el que menos interactuaba era Zayn. Y eso no era porque no se cayeran bien o no fueran grandes amigos, solo la banda y ella sabían de la forma en que se divertían riendo de los mismos chistes.

Zayn era Zayn. Callado, pensativo, apasionado. Cuando no estaba haciendo reír a todos en la habitación, estaba perdido en sus pensamientos buscando una razón para todo.

Y Harry era un panquecito así que podía charlar con facilidad de todo o nada. Louis siempre se estaba entrometiendo en sus llamadas con Liam. Niall tenía por regla llamarla cada dos días para preguntar por Miranda y lo que sea que la actriz estuviese haciendo. Ni siquiera tenía que mencionar el papel de Liam en su vida, no había necesidad.

Zayn y ella compartían muchos mensajes. Usualmente él le enviaba videos donde Liam hacía cosas graciosas y ella le respondía con fotos de los paisajes más bonitos con los que se topaba, sabía que a Zayn le gustaba conocer el mundo.

Entre ellos la amistad era tácita. No tenían que llamarse a diario o detallarse el día para saber que el otro era un gran amigo con el que podía contar.

Tal vez porque jamás compartió una conversación profunda con él, Alexis no sabía lo buen consejero y oyente que Zayn podía llegar a ser.

Durante los quince minutos que le tomó contar su historia, Malik estuvo en silencio y se limitó a asentir cuando debía o a hacer pequeñas preguntas solo para asegurarse de que entendió algo. Y al terminar de hablar, ya con las lagrimas mojando todo su rostro, la abrazó muy fuerte contra su pecho.

Zayn tenía tres hermanas, probablemente ese era el motivo porque el que se sentía tan impotente. No quisiera que sus bellas e inocentes hermanas vivieran lo que la cantante vivió a sus, recién cumplidos, dieciocho años en aquel momento.

Pasaron otros diez minutos, calculó Zayn, para que Alexis se calmara y las lágrimas dejaran de caer.

—¿Ya te sientes mejor? —cuestionó suavemente, sin saber qué más podía hacer.

—Si, no se lo digas a nadie, por favor. —rogó, separando su rostro del hombro del muchacho. Su cara estaba roja y ni hablar de sus ojos —Sería mi ruina.

—No lo diré —prometió.

Y Alexis confió.

Sin que lo supiera alguno de los dos, se unieron de forma más profunda esa tarde. Los grandes secretos que se comparten llevan a amistades fuertes.

Todos sabían lo que pasaba la segunda noche de su gran pijamada, al menos los que repetían.

—¡GUERRA DE COROS! —gritaron los amigos.

Ni bien conectaron los parlantes al portátil y abrieron esa carpeta archivada. 

Ariana, Miranda y Kevin apenas habían terminado de acomodar la comida estéticamente en el centro de la mesa que los Jonas armaron antes.

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