Desde aquí abajo se nota la clase de personas que ocupan el área VIP, la mayoría son hombres que visten igual de elegante que Murgos.
Le regresa la mirada y la veo con un rostro pasivo. Creo que no hay manera que yo termine rechazando su propuesta. Muero por subir a aquella zona y conocer a todos esos hombres con rostro de chequera. Así que asiento a su invitación y nos ponemos en marcha.
Luego de subir el último escalón del área VIP, veo a cuatro hombres rodeando una mesa que soporta varias botellas de vinos, todo visten trajes de etiqueta, zapatos excesivamente lucrados, peinados acicalados y un olor a tabaco que se mezcla con una suave y exquisita fragancias de Christian Dior.
No nos sentamos con los radiantes caballeros, Murgos termina sentándose en una mesa que está distante a ellos. Yo me siento frente a ella sintiéndome un poco intrigada y desilusionada.
—Creí que estabas con ellos —digo muy cerca de su oído, el escándalo del bar me obliga alzar la voz.
—Sí estoy con ellos... Es más, ellos están aquí por mí.
Me causa gracia lo presumida que es esta chica.
—Te sientes riquísima, ¿eh?
—No me siento, lo soy. —Murgos se sonríe de medio lado.
—Ojalá yo tuviese la autoestima que tú tienes —me lamento recordando el caos que hay en mi vida.
De repente, un mesero llega a nuestra mesa para dejarnos un par de copas y una botella de vino, él abre la botella y sirve las copas hasta la mitad.
Murgos agarra su copa y toma un trago.
—¿Esa misma autoestima es la que te trajo aquí?
—Vine aquí en busca de alcohol para desconectarme de los problemas.
—¿Problemas económicos?
—¿Por qué crees que es económico?
—Porque es el problema que más golpea a la humanidad.
—Buen punto...
Agarro mi copa de vino y tomo de ella, es deliciosa y tiene un buen nivel de alcohol, no me molestaría embriagarme a punta de un buen vino, siempre y cuando Murgos siga patrocinándome esta noche.
—¿Conocerás de alguien que pueda ofrecerme un préstamo? —Dejo la copa sobre la mesa y continúo—. Pareces conocer gente con mucho poder adquisitivo.
—¿Tienes empleo?
—Estoy desempleada.
—¿Entonces como pretendes pagar un préstamo?
—Bueno..., tenía pensado hacer una venta de patio frente a mi casa...Claro, no sería una venta de patio, porque no tengo patio, sería una venta de callejón.
Murgos se me queda viendo inexpresiva y luego vuelve a beber de su copa de vino.
«Doy es pena... En serio, ¿venta de callejón?».
Murgos deja salir un par de risas que rayan en el cinismo mientras menea su cabeza con negatividad.
—Nadie te prestaría dinero con una garantía tan absurda. Lo primero que debes hacer es conseguir un empleo.
—¡Es lo que trato de conseguir! —me exalto controlando mi disgusto—, pero la mayoría de las vacantes exigen mínimo dos años de experiencia laboral, y yo no la tengo.
El estrés vuelve a apoderarse de mí. Hundo mis dedos dentro de mis esponjados risos y mantengo mi mirada agachada al tratar de reprimir mis ganas de llorar..., lo cual no ayuda, así que alcanzo mi copa de vino y vuelvo a tomar otro buche, uno grande.
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De Prosti a CEO - [Libro 2]
HumorMiriam Douglas es la universitaria con mayor índice académico de la facultad de negocios, es una mujer inteligente y ejemplar, nadie podría imaginarse que, por las noches, esta prodigio de los negocios ensucia su cuerpo para poder pagar los gastos d...