¿Hay amor entre nosotros? En mí no lo hay, lo mío solo son deseos y búsqueda de placer. No sé realmente cómo están los sentimientos de Giovanni en lo que respecta a nosotros. No me imagino a un mafioso tan peligroso como él enamorado de una prostituta.
Es solo placer. El exquisito placer que recorre mi piel cuando sus dedos se deslizan con delicadeza por mi columna. El placer que me invade al sentir el contacto de nuestras lenguas. El placer que se desata en la parte baja de mi vientre al percibir lo excitado que está. El placer que se intensifica cada vez que recuerdo ese último encuentro en el salón de música, hoy; pero esta vez, por primera vez, estamos en mi habitación.
Las ganas de acariciar su pecho desnudo me llevan a desabotonarle la camisa. Sus ojos están fijos en mis senos mientras trabajo para quitársela. Desprendo el cinturón y desabrocho su pantalón, que cae hasta sus tobillos, dejando expuesto un oscuro bóxer de... ¿Pac-Man?
—¿Calzones de Pac-Man? —me río.
—N-Non te burles... —se sonroja, su voz temblando por la vergüenza—. Dimitri lo eligió per mi.
Empiezo a reír, sintiendo una ternura inesperada por el hecho de que use y valore las cosas que le da su hijo. Levanto la mirada y le sonrío con coquetería, juguetona.
—¿Crees que ese Pac-Man tenga ganas de comerse a una sexy fantasmita?
—Este Pac-Man está hambriento, amore mio.
Me desabrocho el sostén y lo dejo caer al suelo con un gesto deliberadamente torpe. Me siento al borde de la cama sin perder el contacto visual, deslizándome hacia el centro donde lo espero, dispuesta y deseosa.
—Ven, te invito a mi cama —digo en un tono sensual, dando suaves golpecitos sobre el colchón.
Giovanni se sube a la cama y avanza hacia mí a gatas, su singular bóxer de Pac-Man contrastando con la seriedad de sus movimientos. Cuando está sobre mí, sus ojos se clavan en los míos, explorando cada detalle de mis iris. Sus dedos se hunden en mis rizos, acariciando mi cabellera con una ternura inesperada. Se acerca lo suficiente a mi cuello para inhalar la exquisita fragancia de Chanel que me puse antes de ir al club, el deseo evidente en cada uno de sus movimientos.
La calidez de sus labios se desplaza hasta mi cuello, besando con suavidad y ternura, avanzando hacia mis hombros y dejando huellas de humedad a su paso. Su mano se posa sobre uno de mis senos, masajeándome y excitándome aún más. Levanto las piernas para rodearle la cintura, mientras su otra mano empieza a estimularme en mi zona íntima. La fricción se pierde significativamente al sentirme tan mojada, y él me penetra con sus dedos, palpando mi punto G con precisión. Mi espalda se arquea ante tanto placer, y mis gemidos comienzan a brotar involuntariamente.
Esta vez, quiero tomar el control, pero él me tiene dominada con los movimientos de sus dedos. Cuando se detiene para bajarse el boxer, aprovecho para montarme sobre él y tomar las riendas.
—Estás en mi habitación, y aquí yo controlo —digo en un tono severo pero seductor.
Abro el primer cajón de mi mesita de noche y saco un condón, lo forro lentamente, haciendo una mínima presión con mis dedos, viendo cómo su respiración se vuelve más pesada. Apoyado de sus codos, observa cada movimiento que hago. Mis manos masajean sus testículos y luego recorren su miembro. Mi lengua se lo acaricia de arriba abajo antes de introducirlo en mi boca, evitando profundizar demasiado para no correr el riesgo de atragantarme. Mientras continúo con mis succiones, levanto la mirada para observar su expresión. Su respiración se acelera mientras me mira, su pecho ligeramente sonrojado y una leve sonrisa en su boca entreabierta. A medida que incremento el ritmo, Giovanni emite un gemido ronco y se deja caer de espaldas sobre el colchón, extasiado de placer.
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De Prosti a CEO - [Libro 2]
MizahMiriam Douglas es la universitaria con mayor índice académico de la facultad de negocios, es una mujer inteligente y ejemplar, nadie podría imaginarse que, por las noches, esta prodigio de los negocios ensucia su cuerpo para poder pagar los gastos d...