¡No, no... esto no puede estar pasando!... ¡Maldita sea!
¿Qué hace Danna aquí? ¿Me habrá reconocido? La expresión en su rostro no deja lugar a dudas: sí, me ha reconocido. ¿Qué hago? ¿Qué digo? He salido corriendo del escenario por puro instinto, arruinando el show, mi propia fiesta de despedida. Camino por el pasillo que lleva a los camerinos con el corazón latiéndome a mil.
—¡Miriam! —grita Tenté, quien hace un rato me observaba fuera de la tarima—. ¡¿Qué crees que haces?! Regresa de inmediato al escenario.
Me detengo en medio del pasillo y la miro, Tenté se acerca y me agarra del brazo, tratando de jalarme de vuelta.
—No, no puedo... —le digo, tratando de contener el pánico.
—¿Qué ha pasado? ¿Te sientes bien? —su tono cambia de inmediato, mostrando preocupación.
Intento responderle, pero las palabras se quedan atrapadas en mi garganta cuando mis ojos se cruzan con los de Danna, que está al fondo del pasillo. Me observa de arriba abajo con sorpresa. Tenté sigue mi mirada y, al ver a Danna, entiende la situación de inmediato.
—OK, entonces es eso. Las dejo solas —dice, soltando mi brazo y retrocediendo.
El corazón sigue latiéndome con fuerza mientras observo a Danna acercarse. No sé qué decir, cómo justificarme. Intento encontrar mi voz, pero mis labios no se mueven. Se detiene frente a mí, no tengo el valor para levantar la mirada y verle a la cara. Siento mucha vergüenza.
—Miriam... —susurra ella, su tono mezcla de depresión y preocupación.
No tengo motivos para usar el antifaz frente a ella, está claro que me reconoce. Así que me lo quito, pero mi mirada aún sigue por el suelo.
—Danna... —logro decir, con la voz temblorosa.
Nos quedamos en silencio un momento, los ruidos del club se desvanecen en un segundo plano.
—¿Qué haces aquí? —le pregunto finalmente.
—No... ¿Qué haces tú vestida así? Bailando en un tubo y mostrando las tetas a medio mundo.
La pregunta me golpea como una bofetada, aunque su tono no es agresivo. Siento la urgencia de justificarme, pero las palabras no salen. Trago saliva, tratando de controlar mis emociones.
—No es lo que parece... —murmuro, finalmente levantando la vista para encontrarme con sus ojos. Hay confusión y dolor en su mirada, y me duele ver esa expresión en su rostro.
—¿No es lo que parece?
Definitivamente, no es lo que parece; es peor. Y ahora, con Danna frente a mí, viendo mi cuerpo semidesnudo y descubriendo mi gran secreto, no puedo hacer más que decirle toda la verdad.
—Hablemos en un lugar privado. Por favor, sígueme —digo, haciendo un gesto con las manos para que me siga.
Caminamos juntas por el pasillo hasta llegar a los camerinos. Abro la puerta y la invito a pasar.
Apenas entra, su mirada empieza a recorrer todo el camerino, deteniéndose en los trajes brillantes colgados, el maquillaje esparcido por la mesa y los espejos iluminados con luces de vanidad. La atmósfera está cargada de fragancias dulces y el murmullo lejano del club se filtra a través de las paredes. Danna se queda en silencio, absorbiendo cada detalle con una mezcla de asombro y confusión.
—Entonces... ¿tú eres Mimarie? —pregunta, sin dejar de mirar a su alrededor.
—Sí —respondo, cerrando la puerta detrás de nosotras—. Lo siento por no habértelo contado antes —mi voz se quiebra, mis ojos se cristalizan—. Todo esto es la parte de mi vida que no quería que nadie conociera. Lo siento...
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De Prosti a CEO - [Libro 2]
HumorMiriam Douglas es la universitaria con mayor índice académico de la facultad de negocios, es una mujer inteligente y ejemplar, nadie podría imaginarse que, por las noches, esta prodigio de los negocios ensucia su cuerpo para poder pagar los gastos d...