Murgos me lleva casi a rastras hacia la puerta que da salida al jardín. La fuerza con la que su mano rodea mi brazo me sorprende, pero no digo nada; el brillo en sus ojos y el ceño fruncido anuncian una tormenta que no estoy segura de poder detener. Apenas cruzamos la entrada, me suelta de golpe, dándome tiempo apenas para recuperar el equilibrio.
—¿Qué demonios estabas pensando, Miriam? —empieza, mirándome con un resentimiento que rara vez le había visto antes—. ¿Creías que no me iba a enterar? ¿Que podías renunciar al club y aparecer aquí, como si nada, trabajando para mi esposo?
—Murgos, déjame explicarte... —trato de calmarla, pero su mirada furiosa me corta las palabras.
—¿Explicarme qué? —su tono es un látigo que corta el aire—. Que dejaste el trabajo conmigo sin siquiera decirme la verdad, ¿para venir a Hikari's y meterte en la vida de mi marido? ¿Qué clase de amiga hace eso?
Amiga. La palabra me golpea como un mazo. Claro que lo éramos, o al menos eso creía. Pero ahora, con ella frente a mí, escupiendo palabras envenenadas, me pregunto si realmente lo fuimos alguna vez.
—No quería lastimarte —logro decir—. Pero tampoco podía quedarme en el club para siempre. Ese no era mi lugar, Murgos. Mi sueño siempre estuvo aquí, en el mundo empresarial... trabajando frente a los negocios.
—¡¿Con Gabriel?! —exclama, dando un paso hacia mí, tan cerca que casi puedo sentir el calor de su rabia—. ¿Sabes lo que estás haciendo? Estás jugando con fuego, Miriam. Tu pasado pesa más de lo que crees, y te aseguro que va a quemarte más que cualquier palabra que salga de mi boca.
Su ataque me duele, pero no puedo evitar sentir algo de verdad en sus palabras. Aun así, no puedo dejar que me arrolle.
—¿Qué querías, Murgos? —respondo con un valor que no sabía que tenía—. ¿Que me quedara toda la vida en ese club, etiquetada como prostituta para siempre? ¿Eso es lo que quieres para mí?
Sus ojos se entrecierran, y por un momento, parece dudar. Pero su postura no cambia.
—¿Sabes qué tan rápido puede explotarte el pasado en la cara? Gabriel puede ser bueno contigo ahora, pero...
—No me importa —la interrumpo, sintiendo una ola de valentía inesperada—. Estoy aquí para trabajar, para demostrar lo que valgo.
Murgos me mira, y por un momento parece que las palabras se le atascan en la garganta. Finalmente, sus hombros caen un poco, pero su mirada sigue siendo dura.
—Pensé que éramos amigas, Miriam. Me duele que me hayas ocultado algo así. Me duele que Gabriel tampoco haya tenido la decencia de decírmelo.
Su dolor es tangible, y por un instante, veo a la mujer que conocí, no a la que ahora me reprende como si fuera una enemiga. Me duele tanto como a ella, pero sé que mi decisión fue la correcta.
—Murgos, esto no es un ataque contra ti. Solo estoy tratando de cambiar mi vida, de construir algo que realmente quiero. Lo siento si te hice daño, de verdad lo siento. Pero no puedo disculparme por intentar ser algo más que Mimarie.
Ella me mira en silencio, como si procesara mis palabras, y por un instante, creo ver algo de comprensión en sus ojos. Pero no tarda en volver a endurecerse.
—Espero que sepas en lo que te estás metiendo, Miriam. Porque si esto sale mal, no solo tú pagarás las consecuencias.
Sin esperar respuesta, se da la vuelta y se marcha hacia los estacionamientos, dejándome sola bajo el cielo gris de enero. La brisa fría acaricia mi rostro, pero no logra apagar el calor que arde en mi pecho, una mezcla de rabia, dolor y determinación.
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De Prosti a CEO - [Libro 2]
HumorMiriam Douglas es la universitaria con mayor índice académico de la facultad de negocios, es una mujer inteligente y ejemplar, nadie podría imaginarse que, por las noches, esta prodigio de los negocios ensucia su cuerpo para poder pagar los gastos d...