Entro al departamento de Publicidad con Edward a mi lado, y el aire cambia de inmediato. Aquí todo parece más estilizado, moderno, casi como si estuviera pisando la portada de una revista. Los escritorios están impecables, las paredes decoradas con campañas que parecen salidas de un museo de arte contemporáneo. Edward abre una imponente puerta y es en este momento cuando me encuentro con Deynna Hikari.
Ella se levanta de su asiento con la gracia de una reina, vistiendo un traje beige que parece hecho a medida, rematado con un broche de diamantes que brilla como si fuera el sol mismo. Su piel bronceada reluce bajo la luz del lugar, y sus ojos, de un tono café intenso, me examinan con algo que solo puedo interpretar como una mezcla de altanería y curiosidad. Su rostro tiene un ligero rasgo asiático que la hace aún más intrigante, y su cabellera, de un rubio oscuro perfectamente cuidado, cae en ondas suaves sobre sus hombros, añadiendo una dimensión aún más sofisticada a su figura.
—Deynna, te presento a Miriam —dice Edward con su tono cordial habitual—. Es nuestra nueva incorporación, estará bajo supervisión de Gabriel, como analista de negocios.
Deynna me dedica una sonrisa que, aunque cortés, no logra disimular su aire de superioridad.
—Miriam, bienvenida —dice con una voz melódica que parece ensayada—. Espero que estés lista para cumplir con los estándares de esta empresa, porque aquí no aceptamos menos que excelencia.
—Por supuesto, estoy aquí para aprender y contribuir —respondo, intentando mantener mi tono firme, aunque por dentro siento que me está evaluando cada segundo.
Deynna asiente con elegancia mientras me observa como si fuera una pieza de arte que todavía no ha decidido si le gusta.
—Eso espero. En publicidad, la imagen lo es todo, y como verás, cuidamos cada detalle. Si trabajas en este edificio, también representas la marca, ¿lo entiendes? —pregunta, inclinando ligeramente la cabeza.
—Lo entiendo perfectamente —digo con una pequeña sonrisa.
Ella desvía la mirada por un momento y añade con un toque casual, aunque claramente calculado:
—Bueno, en ese caso, asegúrate de que cada día aquí sea tu mejor versión. Gabriel tiene buen ojo para elegir, así que asumiré que hay algo en ti que merece la pena.
No sé si eso es un cumplido o un recordatorio de que estoy en terreno de grandes expectativas, pero asiento de nuevo, manteniendo la compostura. Edward interviene para suavizar el momento.
—Deynna, como siempre, brillante en su manera de expresar las cosas. —Su tono es tan cálido que casi me hace olvidar la tensión que acabo de sentir.
—Ven conmigo, Miriam —dice ella, y sin esperar mi respuesta, se gira y comienza a caminar hacia la salida de su oficina. ajustándose el blazer como si cada gesto estuviera ensayado sobre una pasarela.
La sigo rápidamente por todo el departamento, sintiendo la presión de mantener el paso detrás de sus tacones que parecen marcar el ritmo del lugar. Nos detenemos frente a un grupo de personas impecablemente vestidas. Cada uno de ellos parece salido de un catálogo de moda: trajes de cortes perfectos, maquillaje profesional, sonrisas perfectas y radiantes.
—Equipo, les presento a Miriam —anuncia Deynna con su voz melódica y firme al mismo tiempo—. Es nuestra nueva analista de negocios, estará bajo la supervisión de Gabriel, pero tengan en cuenta que trabajaremos de cerca con ella.
Algunos de ellos me saludan con sonrisas ligeras, mientras otros me miran con una mezcla de curiosidad y evaluación. No puedo evitar notar que la belleza parece ser uno de los requisitos para estar aquí. Cada persona frente a mí tiene un aspecto impecable, como si el departamento de Publicidad también se encargara de audicionar a su propio personal.
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De Prosti a CEO - [Libro 2]
HumorMiriam Douglas es la universitaria con mayor índice académico de la facultad de negocios, es una mujer inteligente y ejemplar, nadie podría imaginarse que, por las noches, esta prodigio de los negocios ensucia su cuerpo para poder pagar los gastos d...