¡Hola! Mi nombre es Delancis y tengo cuatro años. Hoy es sábado por la mañana, y estoy en mi salón de juegos, esperando que sea hora de ir a mis clases de natación. Mi salón de juegos es mi lugar favorito en toda la mansión. Aquí tengo un cofre lleno de muñecas Cabbage Patch, una enorme casa de muñecas, Barbies con cabezas y otras sin cabeza, y muchos accesorios, como un lujoso auto de Barbie de edición limitada. También tengo un caballito de madera que se mece hacia adelante y hacia atrás, y muchos juguetes coleccionables del McDonald's.
Hay otra cosa aquí, en el salón de juegos, que no sé qué es ni cómo se usa. Está conectada a la televisión y hace que a veces salgan muñequitos graciosos en la pantalla. Mi tío Yonel me dijo que se llama Nintendo. Me gusta verlo jugar, cuando controla los movimientos de los muñequitos y los pone a saltar. Es muy gracioso y me hace reír.
Mientras juego con mis muñecas, veo en el piso una mosca de plástico y me doy cuenta de que me falta mi juguete del Señor Bocón. Recuerdo que lo dejé en la sala de la chimenea, así que decido ir a buscarlo. Salgo corriendo por el largo pasillo de la mansión. Aunque al abuelo no le gusta que ande corriendo por ahí, no importa; ahora mismo no está cerca. Mientras me acerco a la sala de la chimenea, escucho las voces de papá y mi tío Edward, que están conversando en el cuarto de trabajo del abuelo Takashi.
—De verdad que me preocupa bastante, Edward —dice papá en tono preocupado.
A papá no le gusta que yo husmee detrás de la puerta, pero es que me preocupa su preocupación.
—Los Bee Gees tienen casi todo el mercado actual, se apoderaron del noventa por ciento de las ventas en las calles —continúa diciendo papá.
Recuerdo que una de las sirvientas dijo que le gustaba la música de los Bee Gees. Y por lo que dice papá, todo el mundo quiere sus discos. Deben ser muy populares.
—¿Tienes alguna idea de dónde puede estar el laboratorio? —le pregunta tío Edward.
—No tengo ninguna pista aún.
Parece que a papá le gustaría escuchar la música de esa gente, y yo quiero regalárselo para que se ponga feliz. Así que, en vez de buscar al Señor Bocón, voy a buscar a la sirvienta fanática de los Bee Gees. Sé que ella debe tener música que me pueda dar para regalarle a papá; la encuentro en la lavandería.
—Emily, ¿tienes música de los Bee Gees?
—¿Qué? ¿Te gusta esa música?
—A mí no, a mi papá.
—Ah... Bueno, es que yo no tengo el CD de los Bee Gees.
—¿Y en el CD encuentro la música?
—Sí, nena.
—¿Y dónde puedo conseguir un CD?
—En una tienda que venda CDs —responde, levantando sus hombros.
Después de hablar con Emily, la mañana sigue como siempre. Voy a mis clases de natación y trato muy fuerte de hacer lo que dice mi instructor. A veces me entra agua en la boca, me hundo un poco y me da miedo lo profundo de la piscina, pero recuerdo lo que mamá me dijo: para ser sirena, primero tengo que aprender a nadar. Así que sigo intentando, pataleando y moviendo mis brazos como me enseñaron, esperando un día ser como las sirenas de mis libros de cuentos.
Por la tarde, cuando el chofer viene a recogerme a la piscina, tengo una idea brillante. Le pido que paremos en una tienda para comprar un DC de los Bee Gees. Al principio, dice que tiene órdenes estrictas de no hacer paradas, pero le muestro 10 libras y me dice:
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De Prosti a CEO - [Libro 2]
HumorMiriam Douglas es la universitaria con mayor índice académico de la facultad de negocios, es una mujer inteligente y ejemplar, nadie podría imaginarse que, por las noches, esta prodigio de los negocios ensucia su cuerpo para poder pagar los gastos d...