31. Conociendo la mansión Paussini

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No sé por qué me siento tan atrapada estando en un lugar que creo reconocer, este es el club, y estoy en el escenario principal, frente al dorado tubo de pole dance, rodeada de luces destellantes y una música ensordecedora que se funde en un zumbido incomprensible. La atmósfera es irreal, como si las imágenes y los sonidos estuvieran distorsionados, fusionándose en una experiencia surreal. ¿Qué me pasa? ¿Por qué todo se siente tan extraño?

Si estoy sobre el escenario, eso significa que tengo un público que espera inicie el acto; sí, ya los puedo ver, son muchos los espectadores. Ágilmente, me deslizo con gracia alrededor del tubo de pole dance, mientras esta audiencia anónima me observa en silencio. La luz tenue ilumina mi cuerpo, y cada movimiento es una sinfonía de sensualidad. Pero este acto toma un giro inesperado cuando Gabriel Hikari aparece en el fondo del público, como pasó algún tiempo atrás.

Él no se queda parado esta vez. Con una determinación palpable, da un paso enfrente y se acerca al escenario con pasos seguros. La audiencia parece no notar su presencia, como si estuviera destinado solo para mí. Gabriel sube con agilidad al escenario y se lanza hacia mí, derribándome con suavidad sobre el suelo. Una oleada de sorpresa, temor y emoción me invade, pues estamos iniciando un momento íntimo frente a todos los presentes.

Gabriel se estampa sobre mi cuello, lame y chupa en un ritmo exquisito. Se detiene y de un jalón me saca el sostén, pega sus labios sobre mis senos y empieza a juguetear con mis pezones, excitándome hasta alocar aún más mis sentidos. Sin permiso alguno, se baja la bragueta de su pantalón y me penetra frente a todos los espectadores... Mierda, los espectadores.

El miedo se mezcla con la vergüenza y la excitación, creando una experiencia abrumadora que me hace estremecer por completo. Mis emociones son una maraña de confusión mientras me entrego a la pasión en medio de la audiencia anónima. Las sensaciones son tan intensas que mi cuerpo no puede evitar responder, y me veo envuelta en un orgasmo que llega con una mezcla de placer y sofoco.

De repente, aquel mundo se desvanece, y me encuentro agitada y asustada en la oscuridad de mi habitación. Mi corazón late con fuerza, y mi piel está cubierta de un fino sudor. La realidad vuelve a mí, y comprendo que ha sido solo un sueño, pero la imagen de Gabriel sigue grabada en mi mente de manera vívida y perturbadora.

«Miriam, ¡qué puerca eres! Acabas de soñar con el esposo de tu jefa», me reprende mi conciencia.

La alarma de mi reloj comienza a sonar, rompiendo el silencio de la madrugada. Es hora de enfrentar un nuevo día, aunque mi mente todavía está atrapada en el eco de aquel sueño inusual y excitante. Con el corazón latiendo rápido, me preparo para afrontar lo que me depara la jornada universitaria.

Al llegar al campus de la Facultad de Negocios, me encuentro con la misma escena que ha estado ocurriendo en los últimos días. Grupos de estudiantes emocionados discuten los próximos exámenes trimestrales, otros planifican la esperada fiesta de Halloween que se avecina este fin de semana. Danna, mi leal amiga de toda la vida, camina a mi lado, atada a mi brazo como una sombra constante, y Giovanni Paussini, el eterno competidor, no pierde oportunidad de saludarme desde lejos cada vez que me ve pasar arrastrando a Danna conmigo.

Esta mañana, nos toca asistir a una conferencia de Marketing Internacional. La profesora ofrece una apasionante charla sobre estrategias de mercado. La miro con admiración y tomo diligentemente mis notas, pero, a pesar de mis esfuerzos, mi mente no puede evitar verse perturbada por recuerdos que interfieren con el conocimiento que debería estar almacenando en mi cerebro.

Estoy distraída, y no puedo evitar que mi mente divague hacia aquel sueño extraño que tuve esta madrugada. Las luces tenues de la discoteca, la música distorsionada y la figura de Gabriel Hikari haciéndome el amor sobre el escenario del club. Me siento avergonzada y asustada, y aún puedo sentir la extraña mezcla de miedo y excitación que experimenté en ese sueño.

De Prosti a CEO  - [Libro 2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora