72. El primer cliente dorado

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Esta mañana he despertado con una leve sensación de ansiedad. Hoy hay un ligero cambio en mi rutina, es cuando por fin empiezan mis servicios como ranita dorada. Ya he trabajado ofreciendo servicios sexuales, pero esta vez es diferente. Es la primera vez que lo hago en lugares escogidos por los clientes, es la primera vez me presento frente a ellos sin un antifaz. Murgos me ha dejado un mensaje de voz en la contestadora del teléfono, dándome la dirección exacta de dónde debo ir para conocer al cliente de hoy: un casino que se encuentra dentro en un prestigioso hotel en el centro de Londres.

Después de darme una ducha caliente y vestirme con un conjunto elegante pero sugerente, me miro al espejo y respiro hondo.

«Puedo hacerlo. Esto es solo una faceta más de mi vida», pienso mientras me aplico el último toque de labial rojo.

—¡Dios mío, patrona! ¿A dónde va tan bella? —me pregunta Bárbara al verme salir de mi habitación.

—A conquistar el mundo, Bárbara. O al menos a intentarlo —respondo con una sonrisa pícara y un guiño.

—Con tanta presencia, usted va a terminar conquistando un continente entero.

—La conquista está en la sangre inglesa, Barbie.

Llego al casino y el ruido de las máquinas tragamonedas, mezclado con un suave jazz y conversaciones bajas, me envuelve. Busco con la mirada al cliente, siguiendo la descripción que Murgos me dio: un hombre de mediana edad, de cabello grisáceo y un gran bigote, viste un traje azul y una corbata roja estampada con cocadas.

Lo veo sentado en una mesa de póker, observando las cartas en su mano. Me acerco con mi habitual caminar sensual y él levanta la vista, sonriendo al verme llegar.

Me agacho a su altura y le susurro al oído:

—Hola, soy Mimarie.

Él acerca sus labios a mi oído y me susurra:

—Lo sé, Mimarie. Te vi en el club y quedé fascinado. Dime, ¿te gustaría acompañarme a tomar algo antes de irnos?

—Claro, me encantaría —respondo, intentando mantener la calma.

—Perfecto. Déjame terminar este juego y después nos divertimos un rato.

Una vez finalizado el juego, se levanta de la silla y se presenta formalmente como David Jonson, director ejecutivo de una destacada firma de abogados en la ciudad. El elegante caballero me lleva a la barra y pide dos tintos de verano. Mientras el camarero prepara las bebidas, nos sentamos en unos cómodos taburetes de cuero. La iluminación del lugar es tenue, con luces doradas que dan un aire de sofisticación.

—Esa noche te vi con antifaz, Mimarie. Déjame decirte que eres realmente hermosa —dice, intentando iniciar una conversación, haciéndome sonreír—. ¿Es tu primera vez aquí?

—Sí, es mi primera vez en este casino. No suelo frecuentarlos mucho, pero este me resulta muy interesante —respondo, observando los detalles del lugar para mantenerme distraída.

El camarero nos entrega los tintos de verano y el Sr. Jonson me ofrece un brindis.

—Por un encuentro agradable —dice, alzando su vaso.

—Por un encuentro agradable —repito, chocando mi vaso con el suyo y tomando un sorbo. El sabor fresco y afrutado del vino me relaja un poco.

Conversamos un rato sobre temas triviales, como de la música que suena en el casino y algunos eventos recientes en la ciudad. El Sr. Jonson es encantador y sabe cómo mantener una conversación fluida. Empiezo a sentirme más cómoda, y el nerviosismo inicial se disipa un poco.

De Prosti a CEO  - [Libro 2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora