—¡Conózcanla todos, ella es Miramie!
Cuando el DJ del club anuncia mi nombre artístico, siento una mezcla de nervios y emoción. Es la primera vez que voy a presentarme en el escenario de «La rana que baila», y aunque estoy acostumbrada a actuar, esta vez es diferente. La música empieza a sonar con I want to know what love is, propio del gran Foreigner, sus melodías abarcan todo el club dándole una mágica apertura al acto de sensualidad que los espectadores están a punto de presenciar. Mis manos están ligeramente sudorosas, y la música de fondo parece resonar en mi pecho, es la misma que bailé varias veces en las prácticas de pole dance; me la coreografía completa, así que no debería sentirme nerviosa. Es el momento de salir al escenario.
Con pasos elegantes, me acerco a la plataforma, cada paso lleva consigo una mezcla de determinación y emoción. El brillo de las luces tenues se refleja en mi piel y en el brillo de las lentejuelas de mi lencería y de mi antifaz, dándome un aspecto mágico y alucinante.
Al llegar a la plataforma, no puedo evitar sentir mariposas en el estómago. Las miradas ansiosas de los espectadores, los aplausos entusiastas y los murmullos de la multitud se combinan para formar una sinfonía de emociones dentro de mí. La plataforma del tubo se erige ante mí, ya no me parece un objeto indomable, ahora luce como un compañero de danza. Cada vez que mis dedos se aferran a su superficie, siento esa conexión especial que hemos desarrollado a lo largo del tiempo.
Con elegancia, me agarro del tubo, sintiendo su frío tacto contra las palmas de mis manos. El público parece contener la respiración, esperando ansiosamente mi primera acrobacia. Con gracia y majestuosidad, empiezo a elevarme lentamente en un carrusel. Cada centímetro de altura que gano es una victoria sobre mis nervios.
El ruido de los aplausos y el bullicio de la multitud se convierten en mi banda sonora. Los ojos hambrientos del público siguen cada uno de mis movimientos con una intensidad que me hace sentir poderosa y deseada. Cada giro y contorsión son como una respuesta a sus miradas, una promesa de seducción y belleza.
Entre mis movimientos en el tubo, mis ojos ocasionalmente se desvían hacia el centro del escenario principal, donde Tenté, la ranita dorada de las bailarinas, se desliza con elegancia y sensualidad. Es como si su presencia iluminara todo el lugar, atrayendo todas las miradas con su carisma y magnetismo.
Es imposible no recordar mi primera vez en este club, cuando entré tímidamente y observé a las bailarinas desenvolverse como diosas de la sensualidad y la seducción. Recuerdo cómo quedé hipnotizada por su elegancia y esplendor. En aquel momento, nunca hubiera imaginado que yo misma estaría aquí, compartiendo el escenario con ellas, convirtiéndome en «Mimarie».
A medida que avanzo en mi actuación, las sensaciones se intensifican. Mi cuerpo se adapta al ritmo de la música, mis músculos se tensan y relajan en perfecta armonía. Siento una conexión profunda con el tubo, como si fuéramos uno solo, y mi confianza se dispara.
Cada mirada, cada aplauso, alimenta mi deseo de dar lo mejor de mí. Estoy en mi elemento, en mi propio mundo de sensualidad y gracia. Y a medida que me muevo con pasión y destreza, sé que estoy creando un recuerdo imborrable en la mente de cada espectador aquí presente, como en aquel hombre que mis ojos acaban de captar. Lleva una ajustada camisa negra desabotonada en el pecho, revelando pectorales pronunciados y velludos. Pero lo que más me atrae es su sonrisa, una curvatura perfecta que parece tener algún tipo de maldición ante mí.
Nuestros ojos se conectan, tanto que no nos permite apartar las miradas. Me observa fijamente, sin pestañear, como si él también hubiese recibido algún tipo de maldición que le dejara absorto frente a mi baile. No me importa el resto de los espectadores, solo tengo ojos para él. Somos dos personas maldecidas que han quedado atrapadas en un mundo de lujuria fantasiosa.
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De Prosti a CEO - [Libro 2]
HumorMiriam Douglas es la universitaria con mayor índice académico de la facultad de negocios, es una mujer inteligente y ejemplar, nadie podría imaginarse que, por las noches, esta prodigio de los negocios ensucia su cuerpo para poder pagar los gastos d...