Nuevamente estoy parada frente a la prestigiosa fachada exterior del club, y la oscuridad de la noche envuelve el lugar en un aire de misterio que ahora me resulta familiar. Frente a mis ojos, el neón parpadeante del letrero sobre la entrada principal ilumina mi camino, pero yo me desvío hacia la puerta del personal, ubicada discretamente a la derecha del local.
Cruzo el umbral, y de inmediato, el sonido sordo de la música de la discoteca me envuelve, una mezcla de bajos retumbantes y risas apagadas que parece filtrarse por las paredes. A medida que avanzo por el pasillo estrecho que conduce a los camerinos, cada paso que doy se sincroniza con el ritmo de la música. Es como si el tiempo hubiera retrocedido, como si el último show junto a las bailarinas hubiera sido apenas ayer. Los recuerdos de las luces, los aplausos, y la energía del escenario me invaden, pero esta vez con una sensación de distancia, como si pertenecieran a otra vida.
Cuando empujo la puerta del camerino y entro, la sorpresa es evidente en los rostros de las chicas. El espacio que antes estaba lleno de tensión y rivalidad ahora se siente diferente, más acogedor, casi familiar. Marthuski, con su energía contagiosa, es la primera en abalanzarse sobre mí, rodeándome con un abrazo cálido que me arranca una sonrisa. La siguen Valquiria, siempre juguetona, y Tenté, con su presencia elegante, Nadina, Justina, Anne, y el resto de las bailarinas, cada una aportando su propio toque a esta bienvenida inesperada.
El ambiente en el camerino ha cambiado. Antes, había una división clara entre las prostitutas y las bailarinas, una línea invisible que ninguna cruzaba sin generar tensión. Pero ahora, esa barrera parece haber desaparecido. Las mujeres comparten el espacio sin problemas, riendo y charlando entre ellas mientras se preparan. Es como si todas hubieran entendido, finalmente, que en este lugar, aunque sus roles puedan ser distintos, el objetivo es el mismo: hacer sentir bien al cliente. La camaradería que ahora veo en sus rostros me hace sentir que algo ha evolucionado aquí, algo que va más allá de las luces brillantes y la música ensordecedora.
—¡Por dios, Mimarie! ¿Siempre has lucido tan fabulosa? —dice Valquiria mientras me observa de arriba a abajo.
—Oh, Valquiria, ¡claro que sí! Solo que antes estaba en modo de ahorro de energía —le respondo con una sonrisa traviesa mientras hago un pequeño giro para mostrar mi atuendo.
Las chicas no tardan en rodearme, llenándome de halagos y risas.
—¡Por fin, la Mimarie de las altas esferas ha vuelto a visitarnos! —dice Tenté con una sonrisa, dándome un empujón juguetón en el brazo.
—¡Ya extrañábamos tu presencia por aquí! —añade Justina, mientras Marthuski asiente entusiasmada.
—¿Cómo es eso de que estás a punto de graduarte como licenciada en administración de empresa? —pregunta Anne, sus ojos brillando de curiosidad, solo algunas sabían que estudiaba en la universidad.
Sonrío, sintiéndome rodeada de un afecto que no ha cambiado a pesar de mi ausencia. Me siento en una silla libre, disfrutando del bullicio a mi alrededor, hasta que Justina, con su tono siempre directo, suelta la pregunta que todas parecen estar esperando:
—Pero ¿qué haces aquí, Mimarie? ¿Viniste a presumirnos tus nuevas aventuras o hay algo más?
Cierto..., la chica nueva ya debería estar aquí.
Mis ojos recorren el lugar, buscando a esa chica que entró como mi remplazo. Sin embargo, no veo ninguna cara desconocida entre las que ya me rodean.
—Bueno, en realidad, vine a reunirme con la chica que va a ser mi reemplazo —respondo con una sonrisa, aunque mi tono lleva un matiz de curiosidad.
ESTÁS LEYENDO
De Prosti a CEO - [Libro 2]
HumorMiriam Douglas es la universitaria con mayor índice académico de la facultad de negocios, es una mujer inteligente y ejemplar, nadie podría imaginarse que, por las noches, esta prodigio de los negocios ensucia su cuerpo para poder pagar los gastos d...