Refugiada tras un antifaz, escondo mi verdadera identidad, mi ética y mi moral, solo así podré hacer mi trabajo sin herir mi autoestima.
Este cliente también se ha sorprendido al verme usar un antifaz, al parecer, soy la única trabajadora sexual que usa uno en este club. En su sonrisa coqueta he podido leer las palabras: travesura, diversión y exploración.
«Ya sé cómo tratarte».
Este hombre no ha perdido tiempo en llevarme hasta la cama, tan solo hago cerrar la puerta y enseguida me sorprende poniéndome de espalda contra esta, me baja la ropa interior y arremete contra mí sin importarle lo incomodo que pueda sentirse mi rostro presionando el antifaz sobre la rigurosa madera. Su pelvis presiona con fuerza sobre mis glúteos, haciéndome sentir su miembro erecto bajo su jean. Una de sus manos llega por debajo de mi sostén y con sus dedos empieza a juguetear con mi pezón, y como si no fuera suficiente estimulante para mí, empieza a chupetear mi cuello y a rozar su lengua sobre mi piel.
«Mierda, este sí sabe cómo humedecer a una mujer».
—Son reales, ¿verdad? —pregunta refiriéndose a mis senos—... Los siento suaves, naturales.
—Sí, son naturales. ¿Quieres probarlas?
Mi pregunta permite que aquel tipo deje de presionarme para así poder darme vuelta y quedar frente a él, le regalo una sonrisa envuelta en seducción y me fijo en aquellos ojos deseosos. Levanto una de mis piernas para rodear su muslo y él, al instante, levanta mi otra pierna cargándome por encima de sus caderas, presiona mi espalda contra la puerta, me quita la bata del babydoll y baja el sostén para pegarse en uno de mis pechos, su lengua empieza a lamer y sus labios a chupar de una forma que me resulta muy placentera.
Por fin se aparta de la puerta y me lleva cargada hasta uno de los sofás que están en la habitación, me acuesta en él, se trepa de rodillas frente mí, me abre las piernas y tantea con sus dedos.
Esto se está sintiendo muy bien.
«Maldito seas..., me vas a provocar un orgasmo antes de tiempo».
De repente, siento que un objeto frio y metálico entra por mi vagina, cosa que me asusta y me preocupa, pues tengo que tener cuidado con cada cosa que me penetre ahí abajo.
—¿Qué-Qué es eso? ¿Acaso eres RoboCop? —pregunto en un tono jocoso y sensual, ocultándole lo preocupada que estoy.
Vuelve a reír con esa peculiar sonrisa traviesa, saca lo que sea que me allá metido en la vagina y me lo muestra.
—Vaya... Es un trofeo en forma de pene —reacciono anonadada, casi al borde del enojo.
Este mal nacido ha introducido un adorno en mi cosita, y lo hizo sin mi permiso.
—No te preocupes, el mío es más cálido, más grande —dice mientras se va levantando del sofá.
«Miriam, tranquila, cálmate», pienso tratando de bajar mis niveles de enfado.
Necesito controlar la situación, así que decido ir por aquel ser erecto que está escondido pajo su jean, le roso con la mano y él sonríe extasiado en placer.
Me levanto y quedo sentada en el sofá y, aprovechando que ya se está dejando llevar, acerco mi rostro frente a su pelvis y le sorprendo con un suave mordisco justo ahí, donde se le marca.
—Pues, yo prefiero un poco de esto —le digo en un tono sensual, casi susurrándole.
Le saco la correa del jean y luego desabrocho el botón, continúo bajándole el pantalón, lentamente, voy dejando suaves besos por todo el recorrido de su pierna, llevo el pantalón hasta los tobillos y quedo arrodillada frente a él, y desde aquí abajo me quedo viendo aquel calzoncillo que luce un perfecto tono blanco y que claramente mantiene marcado su buen dotado miembro.
ESTÁS LEYENDO
De Prosti a CEO - [Libro 2]
HumorMiriam Douglas es la universitaria con mayor índice académico de la facultad de negocios, es una mujer inteligente y ejemplar, nadie podría imaginarse que, por las noches, esta prodigio de los negocios ensucia su cuerpo para poder pagar los gastos d...