—Miriam, ¿ha pasado algo? ¿Por qué volviste tan rápido? —pregunta Danna, con un toque de preocupación.
—Lo acabo de ver...
—¿A quién? —pregunta Danna, algo inquieta.
—A Giovanni.
—¿¡Está aquí?! —se exalta Bárbara, sorprendida.
—Sí, está afuera, en la terraza.
—¿No será que estás viendo fantasmas? Quizás solo es un tipo que se parece a él —sugiere Danna, intentando aliviar la tensión.
—Danna, aún no estoy borracha. Sé lo que vi.
—Déjame ir a ver —dice Bárbara, con un brillo de curiosidad en los ojos.
—Sí, pero no dejes que te vea. Ve con cuidado —advierte Danna.
—No, no creo que sea buena idea —digo, sacudiendo la cabeza—. Si te ve, pensará que te mandé a espiarlo.
—Tranquila, sé cómo pasar desapercibida. No te preocupes.
Danna y yo observamos desde la mesa mientras Bárbara, con su elegante vestido negro y gafas doradas, se desliza con sigilo entre la multitud como si fuera un ángel de Charlie. Cada tanto se agacha entre los grupos de personas, fingiendo que está buscando algo en el suelo o que simplemente perdió un pendiente. Para ella, cualquier cosa vale con tal de no ser vista.
—¿Es en serio? —murmura Danna, conteniendo una risa—. Parece un personaje de película de espionaje de bajo presupuesto.
—Deberíamos haberle dado tu sombrero, así se parecería más a esos detectives que salen en las películas —le respondo, mordiéndome el labio para no reír.
Bárbara llega a la puerta de cristal que da a la terraza y se detiene un segundo, lanzándonos una mirada de complicidad como si nos estuviera diciendo: Deséenme suerte. Con un suspiro dramático, abre la puerta, y el aire frío de Londres se cuela al interior, haciéndola estremecerse visiblemente. Sin perder tiempo, continúa su «misión».
Danna y yo no le quitamos los ojos de encima mientras Bárbara se acerca, paso a paso, como si estuviera en una operación de alto riesgo. Giovanni está de espaldas, observando la ciudad, completamente ajeno al teatro que se está llevando a cabo a pocos metros de él. Bárbara se mueve despacio, como si sus tacones estuvieran acolchados para no hacer ruido, hasta que se detiene a una distancia segura.
—¿Y si Giovanni voltea? —pregunta Danna, un poco preocupada.
—No creo. Mira, está muy concentrado... o pensativo viendo las luces de la ciudad —le contesto, aunque en realidad yo también estoy algo nerviosa.
Bárbara, con una mezcla de curiosidad y determinación, se inclina ligeramente hacia un lado, como tratando de ver el rostro de Giovanni sin llamar la atención. Desde nuestra mesa, su postura parece tan ridícula que Danna y yo apenas podemos contener la risa. Finalmente, después de un par de segundos, Bárbara se endereza y nos lanza una mirada con el pulgar en alto, confirmando que sí es él.
Justo en ese momento, Giovanni gira la cabeza, y Bárbara da un salto disimulado hacia el costado, tratando de mezclarse entre las plantas decorativas de la terraza. Nos damos cuenta de que Giovanni se ha percatado de algo, pero Bárbara ya ha desaparecido detrás de una maceta gigante.
—¿Te dije o no que soy buena para pasar desapercibida? —dice Bárbara en cuanto regresa a la mesa, triunfante y sin aliento.
Danna y yo no podemos evitar soltar una carcajada, y Bárbara, con una sonrisa satisfecha, levanta su copa y toma un trago.
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De Prosti a CEO - [Libro 2]
HumorMiriam Douglas es la universitaria con mayor índice académico de la facultad de negocios, es una mujer inteligente y ejemplar, nadie podría imaginarse que, por las noches, esta prodigio de los negocios ensucia su cuerpo para poder pagar los gastos d...