Cruzo la puerta de servicio, esa entrada discreta al club que se esconde en el callejón lateral. Al atravesarla, me sumerjo en el pasillo que conecta la cocina y el camerino. Es entonces cuando la figura de Murgos captura mi atención: sola, inmersa en sus pensamientos, disfrutando de una copa en medio de la tranquilidad y la soledad momentánea de la cocina. Mi curiosidad me guía hacia ella, cambio mi ruta para acercarme y descubrir qué puede estar pasando con la dueña del club.
—Hola... —saludo en tono suave mientras tomo asiento en el mueble cercano.
Murgos levanta la vista de su copa y me sonríe con complicidad.
—Hola, Miriam.
—¿Por qué tan sola?
—Porque intento enamorarme de la soledad.
—¿Crees que sea una buena amante?
—Por supuesto, la soledad siempre está esperando por mí, y lo mejor de todo es que nunca traiciona.
Su comentario me roba una sonrisa.
—Solo alguien muy estúpido dejaría que se le cambie por la soledad —digo al recordar lo distante que puede ser Gabriel frente a las llamas de la sexualidad.
—Bueno, Miriam, ya sabes cómo es, las relaciones pueden ser complicadas. —responde y toma un trago de su copa de vino—. Como cuando sientes que estás más sola con alguien que sin él... ¿Alguna vez has sentido que estás compartiendo la cama con un extraño?
Luego de un diminuto e incómodo silencio, respondo:
—Demasiadas veces. ¿Si recuerdas que soy prostituta?
Murgos empieza a reír. Se levanta del taburete y camina hacia donde está el copero.
—A veces parece que el tiempo sin compañía es preferible a una soledad compartida —dice mientras sacar una copa del mueble—... Y tú, querida, ¿cómo manejas tus momentos de soledad?
—Bueno, a veces son como un abrazo reconfortante, pero otras veces son como un frío invierno sin fin.
—Entiendo. —Murgos me pone la copa enfrente y la llena de vino blanco— La soledad puede ser una amiga leal, pero también una amante caprichosa.
—Exactamente. A veces, creo que estoy en una relación complicada con ella. Y a veces, en mi caso, la soledad es la única que me da lo que necesito sin complicaciones.
Nos sumergimos en una atmósfera de confidencias y complicidad, el vino blanco acariciando nuestras gargantas mientras compartimos historias, risas y suspiros. Entre sorbo y sorbo, las palabras fluyen como un río de confesiones.
—A veces, me pregunto si los hombres entienden que, a pesar de todo, las mujeres también son seres humanos con deseos y necesidades. No sé cuándo dejamos de ser mujeres y nos convertimos en parte de un mobiliario decorativo en sus vidas —comenta, con una mirada nostálgica dirigida hacia ninguna parte en particular.
Las risas y los murmullos de las chicas en el camerino me recuerdan que tengo que ir a alistarme para iniciar el turno de hoy.
—Creo que ya debería ir a prepararme para la noche.
Murgos asiente y sonríe, pero hay un rastro de melancolía en sus ojos. Se nota que realmente la está pasando mal con Gabriel, mas no quiero involucrarme mucho en su relación. Creo que es mejor dejarla con su amada soledad.
La noche avanza de manera rutinaria en el club, y mis dos servicios transcurren sin mayores sorpresas. La conexión física con los clientes se reduce a una serie de movimientos y susurros ensayados, desprovistos de autenticidad. Aunque el placer momentáneo está presente, también lo está la sensación de monotonía y desconexión.
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De Prosti a CEO - [Libro 2]
HumorMiriam Douglas es la universitaria con mayor índice académico de la facultad de negocios, es una mujer inteligente y ejemplar, nadie podría imaginarse que, por las noches, esta prodigio de los negocios ensucia su cuerpo para poder pagar los gastos d...