Tal vez este día no sea exactamente como lo imaginé, pero sí se siente justo como quería: estoy rodeada de mis padres y mis amigos, con esa sensación de logro en el pecho y una alegría que me llena por completo. Una alegría que debería haber sentido en el podio, pero que no apareció hasta después del discurso de Giovanni, que me emocionó como si las palabras fueran mías. Ahora, me encuentro caminando hacia la entrada de un restaurante que destaca por su elegancia, junto a mis padres, Danna y su madre, y con Giovanni, que viene caminando atrás del grupo. Y es que, antes de salir de la universidad, mi padre le preguntó a Giovanni por su familia y él le respondió con franqueza, que sus padres murieron en un accidente aéreo y que su tío es demasiado ocupado como para perder su «valioso tiempo» en la graduación de su sobrino. Ver la sinceridad en sus ojos de seguro hizo que a mi padre se le revolvieran los sentimientos, y no dudó en invitarlo a unirse a nuestro almuerzo. La madre de Danna, en su típico estilo, se autoinvitó, y mi madre aceptó sin pensarlo, sabiendo lo importante que es Danna para mí. No me molesta que mis personas más importantes estén aquí conmigo... bueno, también está la mamá de Danna, pero ¿qué más da?
Cuando mi padre ve la fachada del restaurante, con su imponente letrero dorado y sus puertas de madera maciza, me agarra discretamente del brazo para apartarme del grupo. Se inclina hacia mí y me susurra al oído, con preocupación:
—Miri, este lugar debe ser carísimo. No tengo suficiente dinero para pagar algo así.
Siento un pequeño nudo en el estómago al ver su incomodidad, pero le sonrío con calma.
—No te preocupes, papá, yo invito —le digo, tratando de sonar despreocupada.
Mi padre frunce el ceño, claramente incómodo con la idea.
—No me parece correcto que tú pagues cuando tú eres la agasajada —replica en voz baja.
Le aprieto la mano con cariño y le sonrío.
—De verdad, papá, no me importa. Estoy feliz de poder hacerlo. Hoy es un día especial, y quiero que lo disfrutemos juntos.
—No me parece bien..., pero que ya estamos aquí, supongo que puedes ayudarme. Solo procura que nadie se entere de esto, ¿ok?
—Ok, papá.
Mi padre suspira y, tras unos segundos de duda, asiente, aunque no sin cierta reticencia. Siento su orgullo, pero también su amor, y eso es lo que más me importa.
El interior del restaurante tiene ese aire clásico y refinado que te hace sentir como en una película de la época dorada de Hollywood. Las mesas están cubiertas con manteles largos de lino blanco que cuelgan casi hasta el suelo, acompañadas de sillas de madera oscura con tapicería de terciopelo burdeos que aportan un toque de elegancia tradicional. Las paredes están decoradas con grandes espejos dorados y cuadros de paisajes europeos en marcos ornamentados. Las lámparas de araña de cristal cuelgan del techo, proyectando una luz suave y cálida sobre todo el salón. En algunas esquinas, hay plantas colgantes que añaden un toque de frescura, mientras que las cortinas de terciopelo pesado en tonos oscuros enmarcan los ventanales. Los camareros, vestidos con chalecos y corbatas, se mueven con una gracia formal, atendiendo cada mesa con la precisión de un servicio de cinco estrellas.
Uno de los camareros se acerca a nuestra mesa con una sonrisa cordial y nos entrega el menú con una ligera reverencia.
—¿Les gustaría algo de entrada? —pregunta con amabilidad.
—¿Podemos llevarnos algo de la entrada? —responde la madre de Danna con un tono que mezcla la curiosidad y el asombro.
—No, señora, me refiero a si desean pedir alguna entrada para comer.
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De Prosti a CEO - [Libro 2]
HumorMiriam Douglas es la universitaria con mayor índice académico de la facultad de negocios, es una mujer inteligente y ejemplar, nadie podría imaginarse que, por las noches, esta prodigio de los negocios ensucia su cuerpo para poder pagar los gastos d...