Estoy en mi habitación del club, esperando a mi penúltimo cliente antes de irme del club. Mientras tanto, me encuentro reflexionando sobre cómo debería catalogar a Giovanni. ¿Es ya un amigo? No estoy segura, porque si empiezo a verlo de esa manera, me dolería profundamente si volviera a escuchar una ofensa salir de su boca, utilizando mi profesión como un arma de ataque. Sin embargo, aquí está, dispuesto a hacer cosas arriesgadas y de dudosa moral para hacerme feliz, para cuidar de mí. ¿Será que estoy empezando a ser más importante para él? Parece que, finalmente, mi humanidad tiene algún valor para el Paussini ese, y eso es un gran avance para nosotros.
Mis pensamientos sobre Giovanni quedan a un lado cuando escucho un golpe en la puerta. Al abrirla, me quedo paralizada al ver a Nick, el interés romántico de mi compañera Marthuski.
—¿Qué haces aquí? —pregunto, el espanto evidente en mi rostro.
Nick me sonríe, pero su expresión es tensa, casi desesperada.
—Me enteré de que este sería tu último día dando servicio en el club. Tenía que aprovechar. No tengo suficiente dinero para costear el servicio con una ranita dorada.
Intento mantener la compostura, aunque mi corazón late con fuerza.
—Nick, no me parece buena idea. Estimo mucho a Marthuski.
Él da un paso hacia mí, su mirada suplicante.
—Ella no tiene por qué enterarse. Ya pagué por ti y espero que me cumplas tan bien o mejor que la última vez.
Me quedo en silencio, tratando de procesar lo que está sucediendo. La lealtad hacia mi amiga se enfrenta a la profesionalidad que debo mantener.
—Nick, no deberías estar aquí —le digo finalmente, tratando de sonar firme—. No puedo traicionar a Marthuski de esta manera. Ve y dile a la madame que te sientes mal y que no puedes estar conmigo, pero por favor...
Él frunce el ceño, pero asiente lentamente.
—Solo esta vez, por favor. Después de esto, nunca más.
Siento un nudo en el estómago, la decisión pesa en mi corazón. Las paredes de la habitación parecen cerrarse a mi alrededor mientras trato de encontrar una salida a esta situación.
Nick entra en la habitación, cerrando la puerta tras de sí con un leve chasquido. Sus pasos son decididos, y se dirige directamente a la silla frente a la barra de pole dance. Sus ojos recorren la habitación brevemente antes de fijarse en mí, llenos de una fría determinación y deseo.
Me quedo inmóvil por un momento, atrapada entre la profesionalidad y la traición que siento al atenderlo. Finalmente, la realidad de mi trabajo me obliga a seguir adelante. Me acerco a la barra con pasos seguros, aunque mi corazón late con fuerza en mi pecho.
Con Sexual Healing, de Marvin Gaye, empiezo a moverme lentamente, deslizando mis manos por el frío metal de la barra. Me permito un momento para cerrar los ojos para perderme con el ritmo de la música. Cada movimiento es deliberado, un acto de arte que busca complacer a mi cliente y al mismo tiempo, mantener una distancia emocional.
Sin poder mantener un contacto visual con Nick, subo a la barra, usando la fuerza de mis brazos y piernas para levantarme con gracia. La gravedad parece desaparecer mientras giro en espiral, mi cabello rizado volando a mi alrededor. Mis movimientos son fluidos, cada uno diseñado para atraer la mirada de Nick, mantener su atención.
Me deslizo hacia abajo con una elegancia calculada, quedando de rodillas en el suelo. Arqueo mi espalda y extiendo mis brazos hacia el cielo para agarrarme de la parte media de la barra. Tomo un pequeño impulso con mi pie y luego lo aferro a la barra, sosteniéndome en una posición que resalta cada músculo de mi abdomen. Mientras mi cuerpo gira como una muñeca de caja de música, mis ojos se encuentran con los de Nick, observándome con una mezcla de fascinación y deseo.
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De Prosti a CEO - [Libro 2]
HumorMiriam Douglas es la universitaria con mayor índice académico de la facultad de negocios, es una mujer inteligente y ejemplar, nadie podría imaginarse que, por las noches, esta prodigio de los negocios ensucia su cuerpo para poder pagar los gastos d...