De vuelta aquí, en mi lugar favorito y que es solo mío. Entro en el baño de la habitación, dejando atrás el ajetreo recién. El suelo de baldosas frescas bajo mis pies descalzos me envía una sensación de alivio. Mi mirada se posa en la bañera, que parece esperar pacientemente mi llegada.
Abro el grifo de la bañera y ajusto la temperatura, asegurándome de que esté perfectamente cálida, como un abrazo reconfortante. Dejo que el cuarto se llene con el aroma suave de las velas perfumadas que he dispuesto alrededor. Sus destellos parpadeantes crean un ambiente íntimo, envolviendo la habitación en una luz tenue y dorada.
Cuido cada detalle, vertiendo con delicadeza unas gotas de aceite esencial de rosas en el agua, viendo cómo se dispersan y crean un delicado remolino de fragancia. La habitación se inunda con un aroma embriagador, como si estuviera en medio de un jardín de flores en pleno verano.
Rozo la punta de mis dedos sobre el agua, sintiendo su suavidad y calidez. Luego, con un suspiro de satisfacción, deslizo mi ropa sobre mi cuerpo, dejando que caiga al suelo en un montón olvidado. El roce del aire sobre mi piel desnuda me hace sentir vulnerable y libre al mismo tiempo.
Finalmente, con un paso decidido, bajo con cuidado mis pies a la bañera, sintiendo cómo el agua acoge cada centímetro de mi piel. Me hundo lentamente en el líquido reconfortante, dejando que las olas suaves me envuelvan. El calor penetra en mis músculos cansados, disipando las tensiones acumuladas.
Cierro los ojos y me sumerjo en un mundo de sensaciones. Dejo que mi mente vague, permitiéndome soñar despierta mientras las aguas me acarician.
El tiempo parece detenerse mientras me pierdo en mi propio rincón de serenidad. Cada músculo tenso se relaja, y una sensación de paz y bienestar se apodera de mí. Me dejo llevar por el vaivén del agua, permitiendo que la magia del momento me envuelva por completo.
Este cálido baño, impregnado de fragancias y suavidad, es más que una simple búsqueda de placer; es un acto de amor propio, un regalo que me doy a mí misma para purificar mi cuerpo y mi alma. Aquí, en esta bañera de ensueño, siempre encuentro un remanso de sanación para la autoestima, y me permito sentirme amada, cuidada y profundamente renovada.
Salgo del baño sintiéndome, no como nueva, sino como la persona que he decidido convertirme, rodeada de un aura de sensualidad, vistiendo un babydoll rojo vino y un antifaz que pareciera hacerle juego. Los risos de mi cabello, que cuidé de no mojar en el baño, caen alborotados sobre mis hombros. Me paro frente al espejo del tocador que está a un lado de la cama y retoco mis labios con un rojo coral en tono oscuro.
El segundo cliente de la noche está tocando la puerta. Al abrirla, mis ojos se clavan en uno ojos castaños que parecieran lanzar rayos de hielo sobre los míos. Aquel hombre tiene una mirada intimidante, me fulmina con ella como si me advirtiera de que pronto va a agarrarme y a destruirme por completo. Su cabello ondulado le llega hasta los hombres, y en su frente luce flequillo que alcanza hasta sus cejas; su barbilla está rasurada por completo; nariz elegante; labios carnosos; se carga un cuerpo escultural, de hombros anchos y bíceps que podrían partir una nuez con tan solo flexionar el brazo.
En sus ojos puedo leer: impiedad, misterio y sadismo.
«Ok, tengo miedo».
—Así que eres tú —dice en un tono altanero.
—Así es, soy quien mi reputación precede —respondo en el mismo tono.
El cliente da un paso enfrente y entra a la habitación. Sin suprimir la seriedad en su rostro y con excesiva rudeza, se atreve a agarrarme por el mentón para arrastrarme frente a él, y mientras me lleva hacia la cama, me quita el antifaz y lo lanza lejos. En el momento en que descubre mi rostro, se sonríe con malicia.
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De Prosti a CEO - [Libro 2]
ComédieMiriam Douglas es la universitaria con mayor índice académico de la facultad de negocios, es una mujer inteligente y ejemplar, nadie podría imaginarse que, por las noches, esta prodigio de los negocios ensucia su cuerpo para poder pagar los gastos d...