47. Su segunda visita al club

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En la noche, en el club, mientras espero a mi primer cliente sentada frente a tocador, mientras retoco mis pestañas frente al espejo, escucho una voz italiana que creo reconocer muy bien.

—¡Quiero toda la noche de Mimarie! —el italiano grita, rabioso, tan alto que hasta retumba por toda mi habitación y, posiblemente, por todo el pasillo —¡Mas te vale que me la des a mí!

Desconcertada, me levanto del taburete y camino hacia la puerta de la habitación. Antes de abrirla, me coloco el antifaz y asomo la cabeza. Lo veo, era Giovanni, como sospechaba. Las otras chicas también salen de sus habitaciones y se asoman, sorprendidas. Escuchar a un cliente gritando y causando alboroto por una prostituta no es algo común en el club.

—Mimarie... ¿Todo bien? —Me pregunta Nadina.

Cuando Nadina menciona mi nombre, Giovanni voltea a verme y, sin esperar la aprobación de Madame Esther, se dirige hacia mí.

—Sí, tranquilas, es solo un fanático de Mimarie... — respondo entre risas, intentando restarle importancia al asunto.

Agarro a Giovanni por el cuello de la camisa y le lanzo una mirada asesina, luego lo empujo hacia el interior de la habitación.

—Amiga, si pasa algo, tu solo grita y todas le caemos —dice Justina.

—¿A una orgía? —cuestiono, bromista.

—No estúpida, a entrarle a puños.

Todas empiezan a reír. Luego las chicas se encierran en sus habitaciones y yo dirijo mi atención hacia Madame Esther.

—Madame, déjeme hablar un par de minutos con él para hacerle entender que debe reservar su cita e irse.

—Ya déjalo así, Mimarie. Me escusaré con los clientes de hoy y les diré que te enfermaste. Eso sí, vas a tener que reponerlo en tu día libre de la semana.

—Sí, supongo que eso tendré que hacer...

Cierro la puerta y de inmediato me encuentro presionada contra la pared, sintiendo el cuerpo de Giovanni junto al mío, sus manos firmes en mi cintura y sus labios rozando suavemente mi cuello.

—¿Qué demonios te pasa, Giovanni?

—Que me estás volviendo loco, Miriam. Desde que me dejaste solo en la biblioteca, no he dejado di immaginarti gimiendo mi nombre debajo de mí.

Esto no puede estar sucediendo. No me ha llamado por Mimarie... Maldita sea. No necesito que un mafioso se enamore de mí, eso podría traerme muchos problemas. ¿Qué debería hacer? ¿Inventar algo para que se desilusione de mí? No lo sé... la última vez que intenté eso, el cliente quedó aún más encantado conmigo. Y no quiero que empiece a fastidiarme con eso de que soy mala en la cama, no lo soportaría.

—Dime que esto es simplemente una tracción física y que no te estás enamorando de mí.

Ti ho assicurato que no hay possibilità de que io mi innamori di ti, o de cualquier otra mujer. No es algo que sto buscando.

Una relación puramente física... ¿Qué tan mal podría salir? Giovanni no es feo y es increíble en la cama, y no puedo negar que siento cierta atracción hacia él; esto es como el contrato que estábamos negociando en la biblioteca, beneficioso para ambas partes.

Esta vez quiero ser yo quien tome el control, así que, mostrando una sonrisa coqueta, lo empujo con agresividad sobre el pecho y lo dirijo hacia la cama.

—Quiero que me bailes primero.

Ok, no me esperaba esto.

—Bien. No hay problema —respondo con una nota de sorpresa en mi voz, mientras trato de ocultar mi incomodidad con una sonrisa.

De Prosti a CEO  - [Libro 2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora