97. Encuentro inesperado

21 2 0
                                    


Ayer fue un día de locos. Me ha costado dormir sin que mi mente me lleve de regreso a cada escena de esa orgía. Ser tocada por varias personas a la vez fue una experiencia agridulce, porque lo que sentí no fue algo común; lo que ocurrió estuvo en otro nivel.

Es apenas martes, pero ya estoy deseando que llegue el viernes. Será mi última noche en este mundo de prostitución, el último cliente antes de poder dedicarme finalmente a mi verdadera profesión, aquella que he estado esperando ejercer, que está alineada con mi carrera universitaria. Hoy no tengo nada programado, ningún cliente que atender. Solo me quedan dos por cumplir, el de mañana y el del viernes, y luego seré libre.

Entre mis planes para hoy está entregarle el regalo de Navidad a Giovanni y a Danna. Mi amiga ya me respondió la primera llamada del día y me dijo que no pudo contactarse conmigo porque estuvo visitando a unos familiares que viven en un área rural, y que allá aún no llegan las líneas telefónicas, pero a Giovanni no lo he podido contactar. Me preocupa no haber tenido noticias suyas durante las fiestas, ni una llamada, ni siquiera un mensaje en la contestadora. Ayer, cuando llegué de trabajar, le pregunté a Bárbara si alguien había venido a verme, y su respuesta, sarcástica como siempre, fue: Más visitas recibe un preso que tú.

Después de darme un baño y desayunar algo ligero, decido llamar a la mansión Paussini. Me responde una de esas empleadas domésticas que trabajan para él:

—Buenos días, mansión Paussini.

—Hola, buenos días. ¿Se encuentra Giovanni? —pregunto con calma, a pesar de mi creciente ansiedad.

—¿Con quién tengo el gusto?

—Miriam Douglas.

—Oh, señora Miriam, el señor Giovanni no se encuentra en casa.

—¿Y se puede saber dónde está?

—No.

La venita de «la furia» empieza a palpitarme.

—Supongo que está ocupado con sus asuntos —respondo, molesta, pero resignada.

De fondo, escucho la voz de un niño que interrumpe la llamada desde el otro lado:

—¡¿Dónde está mi Tortuga Ninja?! ¡No encuentro a Donatello!

La empleada parece distraída por el caos infantil.

—Señorita, el otro jefe de la casa nos está necesitando, ¿necesita algo más? —pregunta apresurada.

—No, no se preocupe. Gracias —cuelgo, con la sensación de que algo no está bien.

El resto del día se me hace eterno. Intento calmarme, ponerme a hacer algo que me distraiga, pero nada funciona. Abro un libro de ficción, uno de esos que me suelen enganchar desde la primera página, pero hoy no consigo concentrarme. Las palabras se mezclan, las letras bailan ante mis ojos sin sentido alguno. Cierro el libro con frustración y lo lanzo al sofá.

Decido probar con algo más simple, un crucigrama. Pienso que tal vez resolver algo me mantenga ocupada, pero cada palabra que intento completar me lleva de vuelta a la misma pregunta: ¿Dónde demonios está Giovanni? ¿Por qué no he sabido de él?

Al final, decido prender la televisión, buscando noticias. Quizás algo en los titulares me diga si algo le ha pasado, si hay algún escándalo, una redada, cualquier cosa que me dé una pista de su mundo, ese mundo del que siempre me mantiene al margen. Pero no veo nada. Ninguna mención de Giovanni o algo que pueda estar relacionado con él. Solo reportajes insulsos sobre política y economía, nada que me calme.

De Prosti a CEO  - [Libro 2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora