¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
*: mmm...colageno.
......
.....
....
...
..
.
Kenji Sato no estaba acostumbrado a sentirse nervioso. Como beisbolista estrella, solía enfrentarse a multitudes y situaciones de alta presión sin inmutarse. Sin embargo, cuando se dirigía a la reunión con la exitosa empresaria que había elegido su imagen para representar su nueva línea de motos, no podía evitar sentir un cosquilleo de anticipación. Había oído mucho sobre ti: una mujer poderosa y segura, con un aura que intimidaba y fascinaba a partes iguales.
Al llegar a la oficina, se sorprendió por la elegancia y el modernismo del lugar. La recepción era un espectáculo de diseño minimalista, con un toque de lujo en cada rincón. La recepcionista lo guió hasta tu despacho, y cuando Kenji entró, te vio sentada detrás de un escritorio imponente, con una presencia que dominaba la habitación.
-Kenji Sato, un placer conocerte en persona -dijiste, levantándote para estrecharle la mano. Tus ojos mostraban una mezcla de interés y desafío.
-El placer es mío -respondió Kenji, tratando de sonar seguro de sí mismo.
La reunión comenzó con profesionalismo. Discutieron los detalles de la campaña, las expectativas y el papel que Kenji jugaría como el rostro de tu marca de motos. Pero a medida que avanzaba la conversación, Kenji no pudo evitar sentirse atraído por tu seguridad y tu estilo dominante. Decidió intentar un pequeño coqueteo.
-Debo decir que no solo las motos son impresionantes aquí -dijo Kenji, con una sonrisa-. También lo es la jefa.
Te detuviste un momento, observándolo con una sonrisa divertida. -¿Así que aparte de ser bueno con un bate, también intentas ser encantador? -Te inclinaste ligeramente hacia adelante, haciendo que Kenji sintiera un escalofrío recorrer su espalda.
-Solo cuando la situación lo merece -contestó Kenji, tratando de mantener la compostura.
Te reíste suavemente, una risa que contenía una mezcla de burla y aceptación. -¿Sabes cuántos años tengo, Kenji? -preguntaste, tus ojos brillando con un desafío.
-No es algo que me importe -respondió Kenji, sintiendo que sus palabras eran audaces.
-¿No? -dijiste, acercándote aún más-. Porque yo soy mucho mayor que tú. Tal vez deberías centrarte en tus deberes y no en coquetear con tu jefa.
Kenji sintió que sus mejillas se calentaban, pero no se echó atrás. Había algo en tu actitud dominante que lo intrigaba y emocionaba. -Quizás, pero no puedo evitarlo -dijo, su voz más suave.
Te levantaste y caminaste lentamente alrededor del escritorio, acercándote a Kenji. -Veamos qué tan serio eres sobre esto -susurraste, parándote muy cerca de él. Kenji sintió su respiración acelerarse, cada palabra tuya resonando en su mente.
-Estoy muy interesado -dijo Kenji, levantando la mirada para encontrarse con tus ojos.
Te reíste suavemente y levantaste una ceja, disfrutando del juego de poder. -Bueno, veremos si puedes mantener esa confianza. Por ahora, concéntrate en el trabajo. Hay mucho que hacer, y yo no tengo tiempo para distracciones infantiles.
A pesar de tus palabras duras, Kenji pudo ver una chispa de interés en tus ojos. Te diste la vuelta y volviste a tu escritorio, dándole a Kenji una vista perfecta de tu presencia dominante.
Los días siguientes estuvieron llenos de trabajo, pero también de sutiles coqueteos y miradas robadas. Cada vez que estabas cerca de Kenji, sentía una mezcla de sumisión y emoción. Te gustaba mantenerlo en su lugar, recordándole quién era la jefa, pero también disfrutabas de sus intentos por llamar tu atención.
Una tarde, después de una larga sesión de fotos, Kenji se quedó a solas contigo en la oficina. Se acercó, decidido a probar suerte una vez más.
-No puedo dejar de pensar en ti -dijo, su voz llena de sinceridad.
Te giraste lentamente para mirarlo, una sonrisa juguetona en tus labios. -Eso es porque nunca has conocido a una mujer como yo, Kenji.
-Tienes razón -admitió Kenji, dando un paso más cerca-. Pero eso no significa que no esté dispuesto a intentarlo.
Levantaste una mano, deteniéndolo. -Suficiente por hoy. No quiero que te hagas ilusiones.
Kenji asintió, aceptando tu autoridad, pero no podía evitar sentir una chispa de esperanza. Cada encuentro contigo era un juego de dominación y sumisión, y a pesar de las burlas, ambos disfrutaban del desafío.
Salió de tu oficina con una sonrisa, sabiendo que aunque eras mayor y más exitosa, él seguiría intentando ganarse tu interés. Y tú, observándolo desde tu escritorio, no podías evitar sentir una pequeña satisfacción al ver cuánto te deseaba. Ambos sabían que este era solo el comienzo de un juego de poder que disfrutaran jugar.
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.