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Andan muy hormonales 🫡

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La tarde era cálida, y el sol se ponía lentamente, pintando el cielo con tonos anaranjados y rosados. Caminabas hacia la mansión de Kenji Sato, tu novio y estrella del equipo de béisbol más famoso de Japón. Tu mochila colgaba de un hombro, llena de libros y cuadernos de matemáticas. Aunque el propósito principal de tu visita era pedirle ayuda con una tarea complicada, no podías evitar sentir una mezcla de emoción y nervios al pensar en pasar tiempo a solas con él.

Al llegar a la puerta principal, tocaste el timbre y esperaste. No pasó mucho tiempo antes de que Kenji abriera la puerta, sonriéndote ampliamente. Vestía una camiseta casual y jeans, pero aun así emanaba esa aura de carisma y confianza que siempre te había atraído.

—¡Hola, hermosa! —dijo, dándote un rápido beso en los labios antes de apartarse para dejarte entrar—. Pasa, ya estaba esperándote.

Caminaste junto a él por el amplio vestíbulo de la mansión, admirando la decoración moderna y elegante. Te llevó a una sala de estar acogedora con una gran mesa de café en el centro, donde ya había preparado algunos libros de matemáticas y hojas de papel.

—Bueno, ¿qué es lo que necesitas repasar? —preguntó Kenji mientras se sentaba a tu lado en el sofá.

Sacaste tus libros y le mostraste los problemas que te habían dado problemas. Kenji escuchaba atentamente, asintiendo mientras examinaba las ecuaciones y fórmulas. Comenzó a explicarte paso a paso, su voz calmada y paciente guiándote a través de cada problema.

A medida que la tarde avanzaba, te sentiste más cómoda y segura con las matemáticas gracias a sus explicaciones claras y sencillas. Sin embargo, tu mente no podía evitar divagar hacia él, hacia su cercanía y el suave roce de su brazo contra el tuyo.

Finalmente, después de resolver el último problema, te recostaste en el sofá con un suspiro de alivio.

—Gracias, Kenji. Eres un gran maestro —dijiste, mirándolo con una sonrisa.

Kenji te devolvió la sonrisa, pero sus ojos brillaban con una intensidad diferente.

—Es un placer ayudarte, —respondió, acercándose un poco más—. Pero creo que ambos necesitamos un descanso ahora.

Sin previo aviso, Kenji te tomó suavemente del rostro y te besó con una pasión que te dejó sin aliento. Sus labios eran suaves y firmes contra los tuyos, moviéndose con una urgencia que reflejaba el amor profundo que sentía por ti.

 Sus labios eran suaves y firmes contra los tuyos, moviéndose con una urgencia que reflejaba el amor profundo que sentía por ti

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Tú quedaste ahí, sintiendo como su lengua llenaba tu boca sin pena. El calor empezó a subir y el aire a faltar a tal punto que lo apartaste de golpe. Kenji te mira con confusión, estabas hecha bolita en el sillón tapando torpemente tu sonrojo.

Ken te miro con ternura, pasando su brazo sobre tus hombres y el otro debajo de tus piernas, cargándote. Abriste los ojos, sentada en sus piernas.

—¿por qué tan nerviosa mi niña?— sonrió, levantando una ceja. Tomándote de los cachetes obligándote a verlo.

—N-no... bueno— intentas responder a la pregunta. Solo salen balbuceos.

Ken volvió a reír acomodándote arriba suyo, poniendo tus piernas a sus lados. Agarro tu cintura atrayéndote a él. Beso, tu cuello, subiendo poco a poco, un beso mojado, un beso lento, un beso desesperado. Demasiados en el camino de los besos hacia tus labios.

—¿sabes cuál es la parte favorita de tu cuerpo?— te miro enamorado, con las pupilas dilatas y un sonrojo leve en sus mejillas—Son tus labios, tan chiquitos, hinchados y bonitos. Como me encanta que digan mi nombre.

 Confeso acercándose más, sintiendo su aliento golpear tu rostro. Cerraste los ojos, sintiendo las famosas mariposas en el estómago, un beso lento donde te decía cuanto te amaba, Abriste un poco los ojos sintiendo sus manos frías moverse debajo de tu blusa acariciando lento tu espalda. Te intestaste separar para retomar aire, pero Ken quería saborear más. Tomo tu cuello profundizando más el beso, sediento de más.

Los pulmones reclamaban aire y tú apenas si retomabas al separarte un poco del japonés comelón. Ken hasta sentir como la baba de ambos estaban totalmente mezcladas en sus bocas te soltó. Ambos jadeando, se miraban sonrojados sintiendo el tiempo detenerse.

Ken sonrió poniendo un mechón de cabello atrás de tu oreja—me encantas mi niña—

—lo sé— sonríes juntando tu frente con la de él. Sintiendo la fortuna de ser el amor de su vida.

 Sintiendo la fortuna de ser el amor de su vida

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¿Se imaginan una vida con Ken?

One Shots [ken Sato]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora