*: Tu esposo y tu hijo se agarran a madrazos :0
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El sol de la tarde brillaba cálidamente mientras Ken Sato y su hijo Isaac caminaban hacia la escuela para el festival del Día del Padre. Las risas y el bullicio de otros padres y niños llenaban el aire. Isaac, emocionado, llevaba una pequeña bandera japonesa en una mano y sostenía la mano de su padre con la otra.
Ken, aunque generalmente serio y reservado, se sentía alegre y relajado al pasar tiempo con su hijo. Sabía que T/N, su esposa y una reportera destacada, llegaría más tarde debido a su trabajo, pero estaba decidido a que él e Isaac se divirtieran mientras tanto.
La tarde avanzó sin problemas, con juegos, música y comida. Todo parecía perfecto hasta que Isaac se cruzó con un niño que parecía tener algo que decir.
—Tu mamá es una mujerzuela fea —dijo el niño, sin ningún reparo.
Isaac sintió un nudo en el estómago. Su madre era una de las personas más importantes en su vida, y escuchar eso le hizo hervir la sangre. Sin pensarlo dos veces, se abalanzó sobre el niño y comenzó a golpearlo.
Ken, que estaba a unos metros de distancia, vio la pelea y corrió hacia ellos, separando a su hijo del otro niño.
—¡Isaac, detente! ¿Qué estás haciendo? —gritó Ken, tratando de calmarlo.
Isaac, con lágrimas de furia en los ojos, le dijo a su padre lo que había escuchado.
—Papá, él dijo cosas horribles de mamá. ¡No podía dejarlo decir eso!
Ken sintió una oleada de ira. Nadie hablaba así de su esposa. Con el rostro tenso, buscó al padre del niño que había insultado a T/N. Al encontrarlo, se dirigió hacia él, decidido a exigir una disculpa.
—Oye, tu hijo ha dicho cosas muy irrespetuosas sobre mi esposa. Quiero una disculpa ahora mismo —dijo Ken, su voz llena de rabia contenida.
El padre del niño, sin embargo, no estaba dispuesto a ceder.
—Tu hijo no debería haber empezado una pelea. Quizás deberías enseñarle mejores modales.
Eso fue suficiente para encender la chispa. Los dos hombres comenzaron a gritarse y empujarse, atrayendo la atención de todos en el festival. La situación se salió de control rápidamente, con ambos padres en una pelea caótica.
En medio del alboroto, T/N llegó a la escuela. Lo que encontró la dejó atónita: mesas volcadas, decoraciones rotas y su esposo y su hijo cubiertos de moretones.
—¡Ken! ¡Isaac! —gritó T/N, caminando hacia ellos con pasos firmes y una expresión de enojo que no dejaba lugar a dudas sobre su estado de ánimo. —¡¿Qué chingados está pasando aquí?!
Ken e Isaac, al verla, se sintieron como niños atrapados haciendo travesuras. T/N los regañó frente a todos, mandándolos al auto con una severidad que solo una madre mexicana puede tener.
—¡Al auto, ahora mismo! —ordenó, señalando el vehículo estacionado.
Ambos obedecieron de inmediato, con la cabeza gacha. Una vez dentro del auto, Ken intentó disculparse.
—Lo siento, T/N. No debería haber dejado que esto se saliera de control.
T/N, con los brazos cruzados y una expresión seria, los miró a ambos. Pero, de repente, su cara cambió. Una sonrisa se asomó y luego estalló en carcajadas.
—No puedo creerlo. Todo este desmadre... ¡Por defenderme! ¡a mí!—dijo entre risas. —¡Ay, Dios mío! De tal palo, tal astilla.
Ken e Isaac se miraron y comenzaron a reír también, contagiados por la risa de T/N.
—Bueno, al menos sabemos que Isaac sabe cómo defender a su mamá —dijo Ken, aun riendo.
La tensión se disolvió en el aire, reemplazada por un sentimiento de amor y unidad. A pesar del caos, la familia estaba más unida que nunca.
—Vamos a casa, chicos. Necesitamos descansar después de este día tan... interesante —dijo T/N, acariciando suavemente el cabello de Isaac y tomando la mano de Ken.
Con una última carcajada, la familia se dirigió a casa, sabiendo que, a pesar de los altibajos, siempre se tendrían los unos a los otros.
A mí no me engañan, Ken seria ese papá que cuando el payaso lo pasa al frente bailaría por un juguete para su hijo.