T/N había vivido con su condición desde que tenía memoria. La enfermedad que ralentizaba su corazón y, a veces, lo detenía por completo, hacía que el sueño fuera una frontera peligrosa. Cada noche era un riesgo, una apuesta contra las probabilidades. Vivía con la constante vigilancia médica, pero nada era tan reconfortante como tener a su lado a Ken Sato, su novio, quien se dedicaba a cuidarla con un amor incondicional.
Ken era conocido por su fuerza y destreza como beisbolista, pero pocos sabían de su lado más tierno y protector. Cada noche, se aseguraba de que T/N estuviera cómoda, monitoreando sus signos vitales con una devoción inquebrantable. Él sabía que su presencia era lo único que le daba a T/N la paz que necesitaba para enfrentar su batalla nocturna.
Una tarde, después de un día particularmente agotador, Ken decidió darle a T/N un baño relajante. Mientras la ayudaba a desvestirse y a entrar en la bañera, sus ojos se detuvieron en las cicatrices que marcaban su piel, testigos silenciosos de las luchas pasadas de T/N. Las autolesiones, vestigios de un tiempo en que el dolor físico parecía la única salida a su sufrimiento emocional, eran ahora un recordatorio constante de su vulnerabilidad.
Ken sintió un nudo en la garganta mientras recorría con la mirada cada marca en el cuerpo de T/N. Su corazón se llenó de una tristeza profunda, mezclada con una inmensa preocupación. Sabía que esas cicatrices eran parte de lo que la había hecho más fuerte, pero también sabía que no había nada que pudiera hacer para borrar el dolor que las había causado.
—T/N, eres la persona más fuerte que conozco —murmuró Ken, su voz apenas un susurro en el baño silencioso—. Te amo tanto, y odio verte sufrir de esta manera.
T/N, ya sumergida en el agua tibia, miró a Ken con ojos llenos de amor y tristeza. Sabía que él sufría al verla así, y eso le rompía el corazón aún más.
—Ken, no es tu culpa —dijo ella, tratando de sonreír—. Me has dado más de lo que podría haber pedido. Tu amor es lo que me mantiene en pie.
Ken se arrodilló junto a la bañera, tomando la mano de T/N y apretándola suavemente. Quería hacer algo, cualquier cosa, para aliviar su dolor. Quería ser el héroe que ella merecía, aunque sabía que algunas batallas eran internas y personales.
—Prometo que siempre estaré aquí para ti —dijo Ken, su voz firme y llena de determinación—. En las buenas y en las malas, nunca estarás sola.
T/N cerró los ojos, dejando que las lágrimas se mezclaran con el agua del baño. Sentía una mezcla de tristeza y gratitud. La tristeza por su condición, que hacía que cada día fuera una lucha, y la gratitud por tener a Ken a su lado, alguien que la amaba a pesar de todo.
Esa noche, después del baño, Ken se quedó despierto, vigilando a T/N mientras dormía. Sus ojos no se apartaron de ella ni un segundo, atento a cada uno de sus movimientos, escuchando cada latido de su corazón. A veces, cuando su respiración se volvía irregular, Ken le acariciaba suavemente el cabello, susurrando palabras de amor y aliento.
El amanecer trajo un nuevo día, pero también un nuevo desafío. Sin embargo, sabían que mientras estuvieran juntos, podrían enfrentar cualquier cosa. La enfermedad de T/N no tenía cura, y su vida siempre estaría marcada por la incertidumbre, pero el amor y la dedicación de Ken le daban la fuerza para seguir adelante.
En ese rincón tranquilo de su hogar, rodeados de la suave luz del amanecer, Ken y T/N encontraron un momento de paz. No era una solución permanente, pero era suficiente. En ese instante, el amor de Ken y la valentía de T/N brillaron más fuerte que cualquier oscuridad.
Y así, juntos, continuaron su camino, enfrentando cada día con el mismo coraje y amor que los había mantenido unidos hasta ahora, sabiendo que mientras tuvieran el uno al otro, siempre habría esperanza, incluso en los momentos más oscuros.
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La personita que pidió el escenario triste espero y le haya gustado :)