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Continuación del escenario No. 42

Spiderverso.

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Después de mucho reflexionar, me di cuenta de que mi corazón pertenecía a ambos: Miguel y Kenji. Lo que más me conmovía era la manera en que ellos se entregaban a sus hijas, Gabriela y Emi, y la manera en que me hacían sentir querida y apreciada.

Una noche, decidí hablar con ellos sobre mis sentimientos y mi propuesta inusual. Nos reunimos en una sala de reuniones de la base, un lugar neutral donde podríamos hablar abiertamente.

—Miguel, Kenji, hay algo que quiero compartir con ustedes —comencé, sintiendo mi corazón latir con fuerza—. Me he dado cuenta de que los amo a ambos, de maneras diferentes pero igualmente profundas. Y he estado pensando... ¿Sería posible que los tres estuviéramos juntos?

Miguel y Kenji se miraron, sorprendidos, y luego intercambiaron una sonrisa cómplice.

—Sabes, nunca pensé en esa posibilidad, pero... estoy dispuesto a intentarlo si tú lo estás —dijo Miguel, con su tono serio pero comprensivo.

—Yo también —añadió Kenji, con su usual entusiasmo—. Siempre he creído que el amor no tiene límites, y si tú nos amas a ambos, estoy dispuesto a compartir esa felicidad.

Y así, comenzamos nuestra nueva vida como una familia poliamorosa. Ser la madre de dos hermosas niñas, Gabriela y Emi, fue un reto y una alegría inmensa. Nuestra relación estaba llena de amor, risas y momentos inolvidables.

Una mañana, todos estábamos en la cocina preparando el desayuno. Gabriela y Emi estaban ayudando a batir los huevos, aunque más harina y leche terminaban en el suelo que en el bol.

—¡Papá, mira! ¡Hice una carita feliz con la masa de panqueques! —gritó Emi, mostrando su obra maestra a Kenji.

—¡Y yo hice una telaraña de chocolate! —añadió Gabriela, riendo mientras mostraba su creación a Miguel.

—Creo que necesitamos una limpieza de emergencia en la cocina —dije, riendo mientras trataba de mantener el orden.

Kenji se acercó y me abrazó por detrás, plantando un beso en mi mejilla.

—Esto es lo que más amo de nosotros. Siempre hay caos, pero también siempre hay amor —dijo, sonriendo.

Miguel se unió a nosotros, envolviéndonos en un abrazo familiar.

—No podría estar más de acuerdo —dijo, con una sonrisa suave.

Nuestra vida cotidiana estaba llena de momentos divertidos. Una vez, Kenji intentó enseñar a Gabriel y Emi cómo hacer trucos con el bate, pero terminó rompiendo una ventana, haciendo que todos nos miremos serios, pero después riéramos hasta llorar.

Otra vez, Miguel trató de ayudar a las niñas con sus deberes de ciencias, pero Gabriela insistía en que una teoría del multiverso explicaba mejor su tarea de biología.

—Mira, papá, si consideramos que en algún universo alterno, las plantas podrían hablar, entonces tendría sentido que las plantas de aquí entiendan lo que les decimos, ¿verdad? —dijo Gabriela con una seriedad que nos dejó a todos sin palabras.

—Bueno, en teoría... —Miguel comenzó, pero se interrumpió, dándose cuenta de lo absurdo que sonaba.

Nuestra relación no solo estaba llena de risas, sino también de momentos profundos de amor y conexión. Por las noches, después de que las niñas se dormían, nos reuníamos en la sala para hablar de nuestras experiencias del día, compartir historias y simplemente disfrutar de la compañía mutua.

Una noche en particular, estábamos todos sentados en el sofá, con las niñas dormidas en sus camas. Miguel me miró con una expresión tierna y tomó mi mano.

—Sabes, nunca pensé que podría ser tan feliz. Gracias por ser parte de nuestras vidas —dijo, su voz llena de sinceridad.

Kenji se unió a nosotros, envolviéndonos en un abrazo.

—Y gracias por darnos una familia tan maravillosa. Cada día es una nueva aventura, y no puedo esperar a ver qué nos depara el futuro —añadió, sonriendo.

Sentí una inmensa gratitud y amor por ambos. No había elegido entre Miguel y Kenji; en cambio, había encontrado una manera de amar a ambos y construir una vida juntos, llena de amor, risas y momentos inolvidables.

Con el tiempo, nuestra relación se fortaleció, y enfrentamos juntos los desafíos que surgían. Gabriela y Emi crecían rodeadas de amor y apoyo, aprendiendo de cada uno de nosotros.

Nuestra vida en el Spiderverso era caótica, divertida y profundamente satisfactoria. Y cada día, me sentía más agradecida por haber encontrado a dos hombres increíbles que me amaban y compartían mi vida, formando una familia que era tan única como hermosa.


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One Shots [ken Sato]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora