Más de una ocasión se le pudo ver a Ken Sato andar de aquí para haya, con más ojeras y con cero energías en los entrenamientos de béisbol.
Razón, su linda pequeña de 8 meses se despertaba en madrugadas, por hambre, por ruido, por todo. La pequeña era una bala que tú y tu esposo no podían controlar.
-Ni Mei hacia tanto escándalo por comida-La mecía en sus brazos sintiendo el cansancio apoderarse cada vez de su cuerpo.
-Amor, te dije que yo la cuido, ve a descansar- volviste a insistir alzando los brazos en su dirección mirando como negaba con los ojos cerrados-Ken Sato, no seas necio, mañana tienes partido-
-yo puedo de acuerdo, que no se te olvide con quién te casaste- salió de su habitación rumbo a la cocina a preparar por segunda vez la mamila de la pequeña.
La dejo en su silla especial, mirándola llena de energía y una gran sonrisa. Como le encanta que su hija tenga esa sonrisa hermosa como la tuya.
-ya duérmete hija, papá tiene un partido mañana y no podré dormí hasta verte cómoda y dormidita en tu camita- sacudió su cabello negro como el de su padre, tomando de su biberón- aún no creo que tu seas mi niña de mi corazón-
Se quedó mirándola como una obra de arte perfecta, era la mismísima copia de Ken solo saco tu carácter, positivo y fuerte.
-no la mires tanto que me la vas a desgastar- asustaste a ambos entrando con una sonrisa, besando la mejilla de tu hija y luego a tu esposo en los labios -lo siento si interrumpí el momento padre e hija, pero ya es tarde y mañana tenemos un partido al que tenemos que asistir-
Tomaste a la niña en tus brazos y a tu esposo de la mano subiendo a su habitación a paso lento. Los acostaste en la cama arropando a ambos con un beso de buenas noches. Mirando como poco a poco ambos se quedaban dormidos abrazados en segundos.
No pudiste evitar sentir ternura al verlos ahí tan lindos durmiendo que tomaste una foto para enviarla a tus suegros más tarde.
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.