One Shots [ken Sato]

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*: Están divorciados, pero tienen una hija.

2° parte.

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El tiempo no sanaba todas las heridas, pero T/N había aprendido a seguir adelante, a ser fuerte por su hija Emi. Con cada día que pasaba, las cicatrices que Ken había dejado en su corazón se volvían menos dolorosas, aunque el recuerdo de su ausencia seguía presente. T/N se había prometido a sí misma que haría todo lo posible para darle a Emi una vida llena de amor y estabilidad, algo que Ken nunca había logrado ofrecerles.

Emi estaba creciendo, y T/N hacía todo lo que estaba a su alcance para que no sintiera la falta de su padre. Participaba en todas las actividades escolares, asistía a las reuniones de padres y hacía todo lo posible para que Emi no se sintiera diferente a los demás niños.

Un día, en el festival familiar de la escuela de Emi, T/N estaba ocupada asegurándose de que todo estuviera listo para la presentación de su hija. El sol brillaba intensamente y el bullicio de los niños llenaba el aire, creando una atmósfera alegre. Mientras caminaba por el patio, buscando un lugar para sentarse, chocó accidentalmente con un hombre alto de piel morena y sonrisa cálida.

—Oh, lo siento, no te vi—se disculpó rápidamente, mirando hacia arriba para encontrarse con los ojos amables del hombre.

—No hay problema, fue mi culpa por no estar mirando—respondió él, sonriendo de manera tan genuina que hizo que T/N se sintiera un poco menos torpe.

—Me llamo Miguel, soy el papá de Gabriela —añadió, extendiendo su mano para estrechar la de T/N.

— Yo soy T/N, madre de Emi —respondió ella, estrechando su mano con una sonrisa.

A partir de ese encuentro, T/N y Miguel comenzaron a coincidir en las entradas y salidas de la escuela. Siempre había algo de que hablar: cómo les estaba yendo a sus hijas en clase, los eventos escolares, o simplemente la vida en general. Lo que empezó como una simple amistad se fue transformando poco a poco en algo más.

A veces, después de dejar a sus hijas en la escuela, se encontraban en una cafetería cercana para tomar un café y conversar durante horas. Las charlas con Miguel eran diferentes, no había la presión ni la frialdad que solía sentir con Ken. Miguel era atento, cariñoso, y siempre encontraba la manera de hacerla sonreír.

Emi y Gabriela también se volvieron inseparables. Gabriela era un poco mayor, pero cuidaba de Emi como si fuera su hermana menor, algo que Emi adoraba. Emi empezó a ver a Miguel como una figura paterna, y T/N no podía evitar sentirse agradecida de que su hija finalmente tuviera alguien en su vida que la valorara tanto.

Todo parecía ir perfectamente, hasta que un día, T/N recibió un mensaje de Ken que hizo que su corazón se hundiera. Él seguía siendo una presencia distante, pero no había desaparecido por completo. Y ahora, estaba empezando a hacer preguntas.

"¿Quién es ese tal Miguel del que Emi no para de hablar? ¿Por qué se la pasa en tu casa con su hija?"

Los mensajes de Ken comenzaron a llegar casi a diario, llenos de celos y resentimiento, incomodando a T/N y poniéndola nerviosa. No era justo que, después de todo lo que había pasado, Ken todavía tuviera el poder de afectarla de esa manera. Pero había llegado el momento de enfrentarlo.

Un día, mientras tomaba su café matutino con Miguel, T/N decidió que ya no podía seguir ignorando a Ken. Al regresar a casa, se armó de valor y tomó su teléfono para llamarlo.

—Ken, tenemos que hablar—dijo en cuanto él contestó.

—¿Sobre qué? ¿Sobre el hecho de que otro hombre está jugando a ser el papá de MI HIJA? —Ken respondió con amargura en su voz.

T/N tomó una profunda respiración, recordando por qué estaba haciendo esto.

—Estoy conociendo a alguien, Ken. Miguel es un hombre maravilloso, y sí, ha estado pasando tiempo con Emi porque la cuida y la quiere como tú nunca lo hiciste. No es solo un mejor hombre o amigo de lo que tú fuiste, también es un mejor padre para Emi.

Ken se quedó en silencio, procesando lo que T/N le estaba diciendo.

—Emi ya no busca nada de ti, Ken—continuó ella, su voz temblando por la emoción—. Porque tiene a alguien que la alienta cada día, que la lleva al parque, que la cuida cuando está triste. Todo lo que tú nunca hiciste.

Ken intentó interrumpir, pero T/N no lo dejó.

—Lo siento, pero es la verdad. Ya no puedes entrar y salir de nuestras vidas cuando te plazca. Emi ya no te necesita, Ken, porque ha encontrado a alguien que realmente está ahí para ella.

Ken se quedó callado al otro lado de la línea, sin saber qué decir. Por primera vez, entendió lo que había perdido. T/N le había dado tantas oportunidades, tantas veces lo había esperado, pero él nunca supo valorarla, y ahora era él quien se quedaba solo, mientras ella y Emi seguían adelante.

Después de colgar, T/N sintió una sensación de alivio. No fue fácil decirlo, pero sabía que era lo correcto. Ella y Emi merecían algo mejor, y por primera vez, sentía que lo estaban encontrando.

En los días que siguieron, las cosas entre T/N y Miguel siguieron avanzando. Se veían con más frecuencia, y su amistad se convirtió en algo más profundo. Emi y Gabriela eran como hermanas, y T/N veía en Miguel la figura de un padre que su hija siempre había necesitado.

Un día, mientras estaban en el parque, Miguel tomó la mano de T/N y la miró a los ojos.

—Quiero que sepas que no hay nada que me haga más feliz que ver a Emi y Gabriela juntas —dijo suavemente—. Y también quiero que sepas que estaré aquí para ti, para las dos, siempre.

T/N sonrió, sintiendo una paz que no había sentido en mucho tiempo. La vida finalmente estaba volviendo a su cauce, y aunque las cicatrices de su pasado con Ken aún estaban allí, sabía que estaba construyendo algo nuevo, algo real, con Miguel.

Y mientras Emi jugaba con Gabriela en el parque, T/N supo que había tomado la decisión correcta. Ken había perdido a su familia, y ahora era ella quien tenía el poder de crear un futuro mejor para su hija y para sí misma.

Un futuro lleno de amor, estabilidad y, por fin, felicidad.

¡VIVAN LOS FINALES FELICES!